domingo, 14 de abril de 2019

JOHN DEWEY




JOHN DEWEY


PRAGMATISMO



“La actitud más importante que se puede formar es el deseo de seguir aprendiendo.”

John Dewey




El pragmatismo es una corriente filosófica que surgió en los Estados Unidos en la década de 1870. Esta tradición defiende que el pensamiento no tiene como función principal la representación de la realidad sino su predicción y la acción sobre ella.



Se considera que Charles Sanders Peirce fue el fundador del pragmatismo. Otros filósofos relevantes que lo siguieron fueron William James, Chauncey Wright, George Herbert Mead y el propio John Dewey. No obstante, este autor se describía a él mismo como instrumentalista y consecuencialista además de como pragmatista.



Dewey opinaba que los filósofos tomaban como verdaderos constructos que habían sido creados sólo con el objetivo de ayudar a conceptualizar la realidad, mientras que ignoraban las funciones mentales que constituyen el pensamiento en sí mismo. Para él, como para el resto de funcionalistas, éste debía ser el foco de atención de la filosofía.



Desde esta perspectiva el pensamiento es entendido como una construcción activa que tiene lugar a partir de la interacción humana con el entorno, por lo que se actualiza constantemente. Esto se opone a la visión clásica de las ideas como resultados pasivos de la observación del mundo.



Así, según el pragmatismo los conceptos humanos no constituyen un reflejo de la realidad ni existe una verdad absoluta, como afirmaban los filósofos racionalistas y formalistas. La utilidad práctica de una “verdad” o las consecuencias de un acto son lo que les otorga significado, y por tanto la filosofía debe centrarse en lo objetivo y no en los conceptos.



En palabras del catedrático de Historia Robert B. Westbrook, Dewey fue «el filósofo estadounidense más importante de la primera mitad del siglo XX»,1 y, junto con Charles Sanders Peirce y William James, uno de los fundadores de la filosofía del pragmatismo. Asimismo, durante la primera mitad del siglo XX fue la figura más representativa de la pedagogía progresista en Estados Unidos. Aunque se le conoce más por sus escritos sobre educación, Dewey también escribió influyentes tratados sobre arte, lógica, ética y democracia, en donde su postura se basaba en que solo se podría alcanzar la plena democracia a través de la educación y la sociedad civil. En este sentido, abogaba por una opinión pública plenamente informada mediante la comunicación efectiva entre ciudadanos, expertos y políticos, con estos últimos siendo plenamente responsables ante la ciudadanía por las políticas adoptadas.



FILOSOFIA POLITICA




La filosofía política de Dewey está arraigada en el idealismo, incluyendo el de Thomas Hill Green y el nuevo liberalismo de Leonard Trelawny Hobhouse y en su teoría de la investigación. Para ellos, a diferencia del liberalismo tradicional, el individuo no es sólo una entidad que compite con los demás. Por el contrario, enfatizan las relaciones entre los individuos y perciben la vida social de una manera bastante orgánica. En casa, como en el nuevo liberalismo, la libertad no es simplemente una falta de restricción, sino que también reside en la participación en la vida social y política. Como resultado, Dewey no cree que los hombres, persiguiendo sus intereses particulares, puedan llegar a trabar una sociedad armónica. También es necesario, como escribe en La ética de la democracia, que sean "dotados de una unidad de propósito e interés".



La teoría investigadora de Dewey es un punto importante en su filosofía política. De hecho, recupera la "teoría del espectador" que concibe el conocimiento como una investigación. Concibe la investigación como una lucha dirigida por los humanos para resolver los problemas. El objetivo no es buscar una verdad que, en la perspectiva darwiniana de Dewey, está necesariamente cambiando, sino para resolver problemas aquí y ahora. Para ello, debemos probar y verificar suposiciones, valores, teorías destinadas a evolucionar un día. El modelo es la investigación científica. Dewey no hace una distinción a priori entre las investigaciones en los campos de la ciencia, la ética y la política. En cierto modo, es posible ver "la filosofía política de Dewey como el matrimonio de los puntos de vista del idealismo y el nuevo liberalismo con su concepción pragmática o experimental de la investigación. Para Dewey, los valores son vistos como construidos para resolver un problema social y deben evolucionar de acuerdo a las situaciones a enfrentar. Reprocha al liberalismo clásico especialmente El método lógico y la ley, por no poder evolucionar y convertirse en "la muralla de la reacción", y pensar demasiado en términos de individualidad. John Dewey reprocha al liberalismo clásico concebir al individuo como "algo dado, algo que ya existe" antes de las instituciones. Por el contrario, para él, son las instituciones (como señala en su libro Reconstrucción en filosofía) las que que crean al individuo. El liberalismo clásico analiza por separado el comportamiento de los seres humanos y las cosas físicas, error que para él encuentra su fuente en los dualismos (mente/cuerpo y teoría/práctica) de la filosofía tradicional. Para él, tenemos que mirar la relación entre individuos e instituciones. Hablando de su liberalismo, escribe en El futuro del liberalismo: "el liberalismo sabe que un individuo no es algo fijo. Es algo para completar no en aislamiento, sino con la ayuda y el apoyo de elementos culturales y físicos, incluyendo la cultura, economía, derecho y las instituciones políticas, así como las artes y las ciencias.



Para Dewey, la libertad sólo puede ser una falta de restricciones. El individuo debe acceder a la individualidad que es tanto "reflexiva, social y [que] debe ejercerse para ser amado". Es reflexivo en el sentido de que el individuo debe ser capaz de elegir mediante la realización de un examen crítico de las alternativas. Es social porque requiere la participación en decisiones que contribuyan a la conformación de las condiciones de vida. Dewey, en general, quiere reemplazar las políticas de laissez-faire por políticas basadas en un control social inteligente basado en una participación activa de individuos, visto como un medio para lograr una coherencia trascendente. En general, los investigadores que han estudiado a Dewey creen que su convicción de que las personas educadas pueden llegar a un objetivo común está relacionada con el cristianismo de su juventud. En el cristianismo y la democracia, escribe: "la encarnación de Dios en el hombre (...) se convierte en una cosa viva y presente (...) la verdad desciende a la vida, la separación se retira; lo que conduce a una verdad común presente en todas las esferas de acción, y no en una esfera aislada llamada religión.



Para Dewey, pensar que la democracia es sólo una forma de gobierno, es como pensar que una iglesia es sólo un edificio, se está olvidando de lo esencial. Para él, el propósito esencial de la democracia es la ética, es decir, el desarrollo de la personalidad. También es una forma de gestionar los conflictos de valores.
​​ Explica: "la democracia es la forma de la sociedad en la que todo hombre tiene una oportunidad, y sabe que posee (...) la oportunidad de convertirse en una persona. Me parece que uno puede concebir el dominio de la democracia, como una forma de vida, como la participación necesaria de cada ser humano adulto en la formación de valores que regulan la vida de los hombres en común".La democracia es para él un requisito previo a la libertad en el sentido de individualidad.



El individuo no es para él un átomo sino un ser en relación con los otros, lo que le lleva a rechazar las teorías del contrato social de Jean-Jacques Rousseau ya que en este caso las relaciones preexisten a la sociedad, mientras que lo esencial radica en el interacciones sociales en la sociedad. Si para él la filosofía y la democracia están vinculadas, es que en ambos casos las elecciones no pueden imponerse desde el exterior. En ambos casos, es a través de la discusión, las preguntas y reflexiones, como nuestras convicciones están arraigadas en nosotros, se convierten en nuestras.


Es porque el individuo tiene que participar en el debate por lo que Dewey sospecha de los expertos. Sin embargo, para Festenstein, en Dewey, la democracia es instrumental y, en cierto modo, mínima. Por supuesto, la democracia permite a los ciudadanos participar y los protege de los expertos que ve como una oligarquía cuyos intereses no son necesariamente los de los ciudadanos, pero, sin embargo, los técnicos expertos conservan un lugar importante en la investigación social. Con esto en mente, para Joëlle Zask, en Dewey "la participación es el término ético y político equivalente a la experimentación".​​



En relación con el darwinismo de Dewey, si las instituciones políticas y administrativas promueven tanto el proceso democrático como la participación de los ciudadanos, no obstante están supeditados y sujetos a la obligación de evolucionar dependiendo de los problemas. Esta preocupación por anclar la reflexión política en los problemas reales planteados por una sociedad explica que el análisis deweyiano de la industrialización de la sociedad lo llevó a creer que una reactivación del ideal democrático implica exceder la oposición entre el liberalismo y el colectivismo, incluyendo la inspiración marxista. Este intento le llevó a criticar la posición de Walter Lippmann, cuyas críticas al colectivismo se explicaban porque la reducía al colectivismo estatal en el modelo soviético o en el modelo, atenuado, del New Deal.


Por el contrario, la fuerza de las organizaciones, en una sociedad industrial como la nuestra, implica, para Dewey, pensar en un "colectivismo liberal", para refundir mejor la individualidad, su poder y su libertad. Esta comprensión de un socialismo que ya no sería estatal llevó a Dewey a nutrir el liberalismo, como él deseaba reconstruirlo, de motivos marxistas, que criticaba la forma dogmática adoptada en la mayoría de las corrientes comunistas, pero del que valida las intenciones, comenzando con la comprensión de la sociedad en términos de lucha de clases, la importancia del factor económico para entender los procesos sociales, y la socialización necesaria de la industria para terminar con la "autocracia Industrial".



Alex Figueroba.

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