JOHN
DEWEY
PRAGMATISMO
“La
actitud más importante que se puede formar es el deseo de seguir aprendiendo.”
John
Dewey
El pragmatismo es una corriente
filosófica que surgió en los Estados Unidos en la década de 1870. Esta
tradición defiende que el pensamiento no tiene como función principal la
representación de la realidad sino su predicción y la acción sobre ella.
Se considera que Charles Sanders
Peirce fue el fundador del pragmatismo. Otros filósofos relevantes que lo
siguieron fueron William James, Chauncey Wright, George Herbert Mead y el
propio John Dewey. No obstante, este autor se describía a él mismo como
instrumentalista y consecuencialista además de como pragmatista.
Dewey opinaba que los filósofos
tomaban como verdaderos constructos que habían sido creados sólo con el
objetivo de ayudar a conceptualizar la realidad, mientras que ignoraban las
funciones mentales que constituyen el pensamiento en sí mismo. Para él, como
para el resto de funcionalistas, éste debía ser el foco de atención de la
filosofía.
Desde esta perspectiva el
pensamiento es entendido como una construcción activa que tiene lugar a partir
de la interacción humana con el entorno, por lo que se actualiza
constantemente. Esto se opone a la visión clásica de las ideas como resultados
pasivos de la observación del mundo.
Así, según el pragmatismo los
conceptos humanos no constituyen un reflejo de la realidad ni existe una verdad
absoluta, como afirmaban los filósofos racionalistas y formalistas. La utilidad
práctica de una “verdad” o las consecuencias de un acto son lo que les otorga
significado, y por tanto la filosofía debe centrarse en lo objetivo y no en los
conceptos.
En palabras del catedrático de
Historia Robert B. Westbrook, Dewey fue «el filósofo estadounidense más importante
de la primera mitad del siglo XX»,1 y, junto
con Charles Sanders Peirce y William James, uno de los fundadores de la filosofía del pragmatismo. Asimismo,
durante la primera mitad del siglo XX fue la figura más representativa de la
pedagogía progresista en Estados Unidos. Aunque se le conoce más por sus
escritos sobre educación, Dewey también escribió influyentes tratados sobre
arte, lógica, ética y democracia, en donde su postura se basaba en que solo se
podría alcanzar la plena democracia a través de la educación y la sociedad
civil. En este sentido, abogaba por una opinión pública plenamente informada
mediante la comunicación efectiva entre ciudadanos, expertos y políticos, con
estos últimos siendo plenamente responsables ante la ciudadanía por las
políticas adoptadas.
FILOSOFIA POLITICA
La filosofía política de Dewey
está arraigada en el idealismo, incluyendo el de Thomas Hill Green y el nuevo
liberalismo de Leonard Trelawny Hobhouse y en su teoría de la investigación. Para
ellos, a diferencia del liberalismo tradicional, el individuo no es sólo una entidad que compite con
los demás. Por el contrario, enfatizan
las relaciones entre los individuos y perciben la vida social de una manera
bastante orgánica. En casa, como en el nuevo liberalismo, la libertad no es
simplemente una falta de restricción, sino que también reside en la
participación en la vida social y política. Como resultado, Dewey no cree que
los hombres, persiguiendo sus intereses particulares, puedan llegar a trabar
una sociedad armónica. También es necesario, como escribe en La ética de la
democracia, que sean "dotados de una unidad de propósito e interés".
La teoría investigadora de Dewey
es un punto importante en su filosofía política. De hecho, recupera la
"teoría del espectador" que concibe el conocimiento como una
investigación. Concibe la investigación como una lucha dirigida por los humanos
para resolver los problemas. El objetivo no es buscar una verdad que, en la
perspectiva darwiniana de Dewey, está necesariamente cambiando, sino para
resolver problemas aquí y ahora. Para ello, debemos probar y verificar
suposiciones, valores, teorías destinadas a evolucionar un día. El modelo es la
investigación científica. Dewey no hace una distinción a priori entre las
investigaciones en los campos de la ciencia, la ética y la política. En cierto
modo, es posible ver "la filosofía política de Dewey como el matrimonio de
los puntos de vista del idealismo y el nuevo liberalismo con su concepción
pragmática o experimental de la investigación. Para Dewey, los valores son
vistos como construidos para resolver un problema social y deben evolucionar de
acuerdo a las situaciones a enfrentar. Reprocha al liberalismo clásico
especialmente El método lógico y la ley, por no poder evolucionar y convertirse
en "la muralla de la reacción", y
pensar demasiado en términos de
individualidad. John Dewey reprocha al liberalismo clásico concebir al individuo como
"algo dado, algo que ya existe" antes de las instituciones. Por el
contrario, para él, son las instituciones (como señala en su libro
Reconstrucción en filosofía) las que que crean al individuo. El liberalismo
clásico analiza por separado el comportamiento de los seres humanos y las cosas
físicas, error que para él encuentra su fuente en los dualismos (mente/cuerpo y
teoría/práctica) de la filosofía tradicional. Para él, tenemos que mirar la
relación entre individuos e instituciones. Hablando de su liberalismo, escribe
en El futuro del liberalismo: "el liberalismo sabe que un individuo no es
algo fijo. Es algo para completar no en aislamiento, sino con la ayuda y el
apoyo de elementos culturales y físicos, incluyendo la cultura, economía,
derecho y las instituciones políticas, así como las artes y las ciencias.
Para Dewey, la libertad sólo
puede ser una falta de restricciones. El individuo debe acceder a la
individualidad que es tanto "reflexiva, social y [que] debe ejercerse para
ser amado". Es reflexivo en el sentido de que el individuo debe ser capaz
de elegir mediante la realización de un examen crítico de las alternativas. Es
social porque requiere la participación en decisiones que contribuyan a la
conformación de las condiciones de vida. Dewey, en general, quiere reemplazar
las políticas de laissez-faire por políticas basadas en un control social
inteligente basado en una participación activa de individuos, visto como un
medio para lograr una coherencia trascendente. En general, los investigadores
que han estudiado a Dewey creen que su convicción de que las personas educadas
pueden llegar a un objetivo común está relacionada con el cristianismo de su
juventud. En el cristianismo y la democracia, escribe: "la encarnación de
Dios en el hombre (...) se convierte en una cosa viva y presente (...) la
verdad desciende a la vida, la separación se retira; lo que conduce a una
verdad común presente en todas las esferas de acción, y no en una esfera
aislada llamada religión.
Para Dewey, pensar que la
democracia es sólo una forma de gobierno, es como pensar que una iglesia es
sólo un edificio, se está olvidando de lo esencial. Para él, el propósito
esencial de la democracia es la ética, es decir, el desarrollo de la
personalidad. También es una forma de gestionar los conflictos de valores.
Explica:
"la democracia es la forma de la sociedad en la que todo hombre tiene una
oportunidad, y sabe que posee (...) la oportunidad de convertirse en una
persona. Me parece que uno puede concebir el dominio de la democracia, como una
forma de vida, como la participación necesaria de cada ser humano adulto en la
formación de valores que regulan la vida de los hombres en común".La
democracia es para él un requisito previo a la libertad en el sentido de
individualidad.
El individuo no es para él un
átomo sino un ser en relación con los otros, lo que le lleva a rechazar las
teorías del contrato social de Jean-Jacques Rousseau ya que en este caso las
relaciones preexisten a la sociedad, mientras que lo esencial radica en el
interacciones sociales en la sociedad. Si para él la filosofía y la democracia
están vinculadas, es que en ambos casos las elecciones no pueden imponerse
desde el exterior. En ambos casos, es a través de la discusión, las preguntas y
reflexiones, como nuestras convicciones están arraigadas en nosotros, se
convierten en nuestras.
Es porque el individuo tiene que
participar en el debate por lo que Dewey sospecha de los expertos. Sin embargo,
para Festenstein, en Dewey, la democracia es
instrumental y, en cierto modo, mínima. Por
supuesto, la democracia permite a los ciudadanos participar y los protege de
los expertos que ve como una oligarquía cuyos intereses no son necesariamente
los de los ciudadanos, pero, sin embargo, los técnicos expertos conservan un
lugar importante en la investigación social. Con esto en mente, para Joëlle
Zask, en Dewey "la participación es el término ético y político
equivalente a la experimentación".
En relación con el darwinismo de
Dewey, si las instituciones políticas y administrativas promueven tanto el
proceso democrático como la participación de los ciudadanos, no obstante están
supeditados y sujetos a la obligación de evolucionar dependiendo de los
problemas. Esta preocupación por anclar la reflexión
política en los problemas reales planteados por una sociedad explica que el
análisis deweyiano de la industrialización de la sociedad lo llevó a creer que
una reactivación del ideal democrático implica exceder la oposición entre el
liberalismo y el colectivismo, incluyendo la inspiración marxista. Este
intento le llevó a
criticar la posición de Walter Lippmann, cuyas críticas al colectivismo se
explicaban porque la reducía al colectivismo estatal en el modelo soviético o
en el modelo, atenuado, del New Deal.
Por el contrario, la fuerza de
las organizaciones, en una sociedad industrial como la nuestra, implica, para
Dewey, pensar en un "colectivismo liberal", para
refundir mejor la individualidad, su poder y su libertad. Esta comprensión de
un socialismo que ya no sería estatal llevó a Dewey a nutrir el liberalismo,
como él deseaba reconstruirlo, de motivos marxistas, que criticaba la forma
dogmática adoptada en la mayoría de las corrientes comunistas, pero del que
valida las intenciones, comenzando con la comprensión de la sociedad en
términos de lucha de clases, la importancia del factor económico para entender
los procesos sociales, y la socialización necesaria de la industria para
terminar con la "autocracia Industrial".
Alex Figueroba.
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