EDMUND
BURKE
El
nombre de la anti-ilustración.
“Para
que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.”
Edmund
Burke
Edmund Burke nació en
Dublín en el año 1729, durante la Ilustración. Desde su juventud entendió quela
filosofía tenía una relevancia espacial para la política, ya que ayudaba a
entender cómo considerar temas abstractos que se manifestaban a través de las multitudes
y, además, establecía indicaciones morales a seguir, las cuales permiten
proponer sistemas de orden social.
Lo anterior le llevó a
participar en el parlamento inglés entre los años 1766 y 1794. En este lapso
defendió el derecho de las colonias inglesas a independizarse, y de hecho se
posicionó en contra de la ocupación de Norteamérica. En lo económico, tal y como
veremos, era un defensor radical del libre mercado.
La teoría de Edmund
Burke
Los aspectos
principales de la teoría filosófica de Edmund Burke, por lo que respecta al
comportamiento humano y los fenómenos sociales, son los siguientes.
1. El componente noble
de la sociedad
Burke entendía que la
sociedad humana no solo existe para posibilitar que los individuos intercambien
bienes y servicios, tal y como podría parecer desde una óptica materialista.
Para este filósofo hay otra cosa que da valor más allá del simple intercambio
observable a través del pago y la vigilancia conjunta de un espacio común.
Este “extra” es la
virtud, las artes y las ciencias, que son productos de la sociedad. Se trata de
un componente que ennoblece a los seres humanos y, según Burke, los distingue
de los animales.
2. La idea del contrato
A través de este doble
intercambio, tanto material como espiritual, los seres humanos establecen un
contrato social, una serie de convenciones negociadas con tal de que la
civilización se mantenga y de sus frutos para que los disfruten el mayor número
de personas.
3. La civilización
tiene profundas raíces
Este componente virtuoso
que los seres humanos obtienen mediante el apoyo mutuo no existe porque sí.
Tiene su origen en la tradición, en el modo en el que cada cultura se mantiene
fiel a sus costumbres, su pasado y el modo en el que honran a sus antepasados.
Apoyarnos en las contribuciones culturales que heredamos de las generaciones
anteriores es algo que nos permite progresar, pues, según este pensador.
Esta manera de entender
la sociedad no la mantiene separada de su origen, sino que la entiende como un
ser vivo que se va desarrollando y madurando.
4. La culpa individual
A la vez, Edmund Burke
ponía énfasis en otro elemento que, para él, era heredado: el pecado original
cristiano. Se oponía así a la idea de que la sociedad pueda acercarnos a los
actos inmorales o acercarnos a ellos mediante el progreso: la culpa existe
independientemente de las influencias educativas de la sociedad en la que
vivimos y, en todo caso, la compañía de otros nos ayuda a gestionarla gracias a
que en comunidad se mantiene viva la llama de la religión.
5. Oposición a las
revoluciones
Por lo general, Edmund
Burke se oponía a las revoluciones, los cambios de paradigma en una sociedad.
Esto es así porque entendía que cada cultura debe desarrollarse a su ritmo
“natural” (recordemos la analogía con el ser vivo). Las revoluciones, por
propia definición, implican pasar a cuestionar muchas ideas enraizadas en el
pasado y costumbres que han dado forma a la vida civil y política, y por
consiguiente resultan, para él, una imposición artificial.
6. Defensa del libre
mercado
Mientras que en lo
social Edmund Burke animaba a la defensa activa de los valores y las costumbres
tradicionales más allá de cualquier debate acerca de su utilidad ante
situaciones concretas, en lo económico se oponía a un control socializado. Es
decir, que defendía la libre circulación de capital. El motivo es que esta era
una forma de reafirmar la importancia de la propiedad privada, la cual, en la
línea de otros filósofos de la época, consideraba una extensión del propio
cuerpo.
Edmund Burke creía que
el ser humano solo puede ser entendido teniendo en cuenta su inclusión en un
entramado social de hábitos, creencias y costumbres con un fuerte arraigo en lo
que hicieron los antepasados.
De este modo enfatizaba
la importancia de lo social y, al mismo tiempo, podía establecer una distinción
entre la esfera cultural y la económica, en la que predominaba la lógica de la
propiedad privada.
considerado el padre
del liberalismo conservador británico, tendencia que él llamaba old whigs
(viejos liberales), en contraposición a los new whigs (nuevos liberales, de
ideas progresistas), quienes, al contrario de los old whigs, apoyaban la
Revolución francesa, de la que Burke fue un acérrimo enemigo.
En su obra más
representativa, Reflexiones sobre la Revolución francesa, publicada en 1790,
plantea su oposición a la revolución y la defensa de una libertad moderada y
regida por el orden, opuesta a la libertad abstracta proclamada por los revolucionarios
y su concepción de la igualdad como principio político, al que considera
contranatural. Como parlamentario, interviene en favor de los colonos
estadounidenses en su disputa con los ingleses. Otra obra importante de Burke
es su Investigación filosófica sobre el origen de nuestras ideas de lo sublime
y de lo bello, publicada en 1758. En el pensamiento político de Burke, las
tradiciones constitucionales y sociales son de tanta relevancia como las
religiosas, pues las tres son el resultado de la inteligencia y de la
civilización colectiva. Según Burke, el fin de la sociedad es proteger los
derechos de los hombres por encima de las pasiones ideológicas. Esta doctrina,
si bien tiene rasgos del pensamiento liberal, influye, sin embargo, en pensadores
contrarrevolucionarios como De Maistre y De Bonald.
Fuentes:
Arturo Torres
Licenciado en
Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por
la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en
Psicología social.
OmarColmenares Trujillo
Analista
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