LA
DESOBEDIENCIA CIVIL
Henry David
Thoreau
“El más rico es
aquel cuyos placeres son los más baratos.”
La desobediencia civil es el título de
una conferencia escrita por Henry David Thoreau que se publicó en 1848. En este
escrito Thoreau explica los principios básicos de la desobediencia civil que él
mismo puso en práctica: en el verano de 1846 se negó a pagar sus impuestos por
lo que fue detenido y encerrado en la prisión de Concord. Él se justificó
explicando que se negaba a colaborar con un Estado que mantenía el régimen de
esclavitud y emprendía guerras injustificadas, en aquel caso concreto contra
México.
La obra crítica la autoridad del Estado.
Su repercusión fue muy grande, llegando a ser el libro de cabecera de Gandhi en
su campaña de resistencia contra la ocupación británica de la India. También
influyó en Martin Luther King y en su lucha no violenta en defensa de la no
discriminación de la población negra en EE. UU. Ha promovido y sigue inspirando
movimientos como la objeción fiscal, la objeción de conciencia contra el
militarismo o violencias más o menos solapadas, movimientos ciudadanos y luchas
ante lo que determinado grupo o persona considera abusivo. En adición,
múltiples investigadores reconocidos internacionalmente han trabajado en
directo con las ideas y acciones tomadas por el autor y su ensayo. De tal
manera, la cita que revoluciona el principio social es la idea de ser
individuos primeros y luego pasar a ser ciudadanos. Por lo tanto, al proponer
una iniciativa tan radical, la entidad llamada sociedad peligra su equilibrio y
su funcionamiento como fuerza de control.
H.D. Thoreau (1817-1862) no fue el
inventor de la teoría de la desobediencia civil (los orígenes habría que
buscarlos en el hinduismo, el budismo y en las revueltas agrarias antifeudales
europeas). Pero sí fue el pensador más significativo en este ámbito, especialmente
por su influencia sobre Mohandas Gandhi (que la vinculaba a la “satyagraha”
-camino de la verdad-), Martin Luther King o Lluís Maria Xirinacs. La
desobediencia civil no constituye tanto una “teoría” conceptualmente muy
elaborada como una herramienta de lucha política -generalmente, pero no de
manera necesariamente vinculada al pacifismo.
La desobediencia civil es un instrumento
de protesta, de concienciación y de movilización política útil para ser usada
“cuando ya no quedan más herramientas”, es decir, cuando el cierre del poder
impide el debate público y democrático. Pero sólo sirve cuando todavía es
posible buscar una solución no-violenta. O lo que es lo mismo, únicamente puede
usarse cuando la situación no se ha degradado ya hasta derivar en situaciones
de violencia generalizada y de guerra civil. La desobediencia vehicula una
oposición generalizada (de masas) a través de la generalización de un gesto de
protesta. Constituye un reto al poder establecido e injusto, que adquiere un
alto contenido simbólico -y puede ser incluso admirada por gente que no se
atreverían nunca a ejercerla-. En este sentido, la desobediencia es pedagógica,
aunque se pague muchas veces un alto precio personal por participar en ella.
¿Cuáles son las claves para comprender
esta desobediencia civil?
1. Resistencia al poder
Thoreau elaboró el concepto de
“desobediencia civil” como respuesta pacífica ante dos hechos políticos que le
repugnaban moralmente en los Estados Unidos de su época: la esclavitud de los
afroamericanos y la guerra contra México. Desobedecer significaba para él, por
un lado, negarse a pagar impuestos para no colaborar con lo que consideraba una
injusticia y, por otro, reivindicar un “gobierno mínimo”, es decir, que
interfiriera tan poco como fuera posible en la vida de la gente y que, por
supuesto, no tuviera poder para enviarlos a una guerra asesina. En su Diario
(16 de febrero de 1851), Thoreau se preguntaba: “¿Qué significa ser libres del
rey Jorge IV y seguir siendo esclavos del prejuicio? ¿Qué significa nacer
libres e iguales y no vivir? ¿De qué sirve la voluntad política si no es como
medio para alcanzar la libertad moral? ¿Lo que nos hace sentir orgullosos es la
libertad de ser esclavos o la voluntad de ser libres?” Resistir al poder
también es, y para Thoureau especialmente, resistir a los prejuicios que el
respeto desaforado por el poder nos inculca (incluso de manera inconsciente).
2. Individual, pero con vocación de masas
La desobediencia civil no se puede exigir
a nadie porque (excepto en casos gravísimos como el genocidio, donde de todos
modos confraternizar con el enemigo no servirá para conservar la vida), no se
puede pedir racionalmente que alguien ponga en peligro su vida, sus propiedades
o su familia para defender una idea, aunque esta idea sea absolutamente justa.
La desobediencia la lleva a cabo, básicamente, gente con un alto nivel de
conciencia personal. En ‘Una vida sin principios’, Thoreau decía de sí mismo
que quizá era más celoso que lo habitual en cuanto a la libertad. En su opinión,
las mayorías suelen ser ciegas a los principios de justicia y se mueven por
conveniencias. Por eso hace falta un gesto que las mueva.
3. Movilizadora, ejemplarizante,
pedagógica
“No importa cuán pequeño pueda parecer al
principio: lo que se hace bien una vez, está bien hecho para siempre”
(‘Desobediencia civil’). Lo que importa en un acto de desobediencia política es
el gesto. Si “antes que nada tenemos que ser hombres y no súbditos”
(‘Desobediencia civil’), la protesta individual tiene un valor de movilización.
Por eso recomendaba: “Haga lo que nadie más puede hacer por usted” (‘Cartas a
un buscador de sí mismo’). Una protesta se debe hacer por razones morales, en
defensa de los valores universales y ante formas de opresión conocidas y
sentidas por toda o buena parte de una población -y esto excluye intereses
particulares u otras motivaciones secretas-.
Para Thoreau: “no es tan importante que
algunos sean tan buenos como tú, sino que haya alguna bondad absoluta en alguna
parte que influencie a toda la masa” (‘Desobediencia civil’). La bondad
absoluta de algunos tiene siempre valor de ejemplo para todo el mundo. Y en
cualquier caso: “Cualquier verdad es mejor que un engaño” (‘Walden’).
4. Con valor simbólico de denuncia
pública
“Cada paso del hombre se mide ante el
sistema” (‘Diarios’, 31 de enero 1841). Si “primero tenemos que ser hombres y
después súbditos” (‘Desobediencia civil’), el gesto de desobedecer la ley
injusta nos rehabilita (nos otorga dignidad) como seres humanos. Thoreau
considera que “la injusticia es una parte necesaria de la máquina de gobierno”
y la denuncia pública es parte de la exigencia moral de la ciudadanía ante la
máquina. Se trata de despertar las mayorías “dormidas”, y en este sentido una
repulsa privada de la injusticia es buena pero claramente insuficiente.
Resistir en privado no es malo pero sí ineficaz. Asumir el riesgo de una
sanción (que es una posibilidad real en forma de multa, de prisión o de
expropiación de propiedades) forma parte del riesgo que asume quien desobedece,
pero también da visibilidad, liderazgo, credibilidad y dignidad moral a quien
recibe el castigo injusto.
5. Fundamentalmente no-violenta
Ninguna protesta justifica actos
vandálicos. Thoreau era básicamente un pacifista pero entendió que una situación
excepcional (la lucha de John Brown para liberar los esclavos que le costó la
vida…) debía resolverse de manera violenta -en la medida en que, por la
naturaleza misma de la opresión, no hay otra salida posible-.
En todo caso, siempre es mejor morir
(como John Brown) que matar. Pero lo decisivo en la perspectiva de la
desobediencia no es la sangre; es el gesto y su intensidad, evitando al máximo
cualquier dolor porque necesariamente el dolor implica inhumanidad. Y no hay
que olvidar que “nuestra compasión es un don cuyo valor no podremos conocer
nunca” (‘Diarios’, 02 de febrero 1841).
6. Centrada en ámbitos donde el poder no
espera que le reten
La mayor parte de la gente “no puede
prescindir de la protección del gobierno existente y tiene terror a las
consecuencias de la desobediencia al gobierno por sus propiedades y sus
familias (‘Desobediencia civil’), por eso hay retar al gobierno donde no lo
espera, con un gesto radical. para Thoreau: “Las grandes personas no buscan
nunca la oportunidad de ser grandes, sino que convierten en ocasión para ello
todo lo que les rodea” (‘Diarios’, 1 de junio de 1841). Aprovechar la ocasión
para retar al gobierno forma parte esencial de toda estrategia de
desobediencia.
7. Orientada a fines concretos
La desobediencia no cambia el sistema
sino sus actos injustos. Thoreau no impugna la democracia americana;
simplemente pretende mejorar -de hecho, se autoconsideraba un patriota-. Tanto
la esclavitud como la oposición a una guerra de conquista son objetivos
posibles, realizables y nada utópicos. La desobediencia debe tener objetivos
claros que los ciudadanos puedan comprender y apoyar activamente.
8. Sostenible en el tiempo de forma
indefinida
La desobediencia es un acto de resistencia
consciente e intencional que no cesa hasta conseguir su objetivo político. Por
lo tanto, exige paciencia. Si, como dice Thoreau, “no puedo ni por un instante
reconocer (…) como propio un gobierno que es también el de la esclavitud”
(‘Desobediencia civil’)”, la lucha será necesariamente larga, por lo que la
desobediencia debe tener rostros diversos y energía para mantenerse. por este
motivo, para desobedecer es necesario el valor: “¡Sea valiente! Es lo más
importante”, recomienda Thoreau (‘Cartas a un buscador de sí mismo’, 19 de
diciembre 1854).
9. Políticamente coordinada
Thoreau fue siempre un individualista
radical, alguien que “obedece su propia ley”. Aunque “la ley nunca ha hecho a
los hombres un poco más justos” (‘Walden’) es necesaria la organización
colectiva para poder reformar la sociedad.
10. Referida a una ética superior
La desobediencia se lleva a cabo por
razones de conciencia, de imparcialidad y de valor universal que no sólo son
superiores a cualquier interés sino que también mejoran moralmente a quien la práctica.
Ramón
Alcoberro
Filósofo
catalán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario