SUBTERFUGIOS DEL DISCURSO POLÍTICO
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo.
Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo
todo el tiempo.”
Abraham Lincoln
Cuando hablamos del discurso político, pensamos
inmediatamente en la persuasión, en esa forma casi artística de conquistar
audiencias, de conseguir lo que tanto añora un político los votos; el discurso
por más efectista que parezca siempre tendrá un lugar encumbrado en cualquier
contienda electoral.
En este sentido el discurso político va dirigido
casi exclusivamente a provocar emociones y sentimientos, de ahí que la retórica
debe ser fulminante y hay que recurrir a todo, desde los fake news o noticias
falsas, hasta los muy conocidos turismos.
Pero en esta ocasión me quiero ocupar del famoso
discurso engañoso, falso, mentiroso, aquellos que aunque son exitosos para la
consecución de votos, son altamente dañinos para una democracia que esta en
proceso de construcción.
Y es que son estos sofismas, las entrañables,
falacias, argucias o lo que dirían algunos especialistas en filología los
paralogismos que van decorados hasta en una coma o una pausa en el discurso político.
Naturalmente y debo admitirlo desde el principio,
en nuestra región, tierra de caciques y gamonales, en donde el caudillismo
sigue siendo influyente en la cultura y las costumbres políticas, el estudio y análisis
de un discurso político importa un carajo, porque lo único que importa es
apoyar al líder, así no le creamos nada.
Ahora bien, dentro de los estudios de comunicación y
el lenguaje sabemos que el discurso político masi, como cualquier otra
composición literaria, tiene su propias estructura, como la descripción de un
problema, la posible solución, la visualización y mover la audiencia a la
acción, hay muchas formas de elaborarlas, pero lo más importante es que el
discurso conmueva, que se haga sentir, por eso debe captar la atención.
El discurso populista es precisamente este,
recurrir a las necesidades básicas de una
población para generar a través de la identidad, emociones y
sentimientos, es como para colocar un ejemplo, vamos a votar por un determinado
candidato porque es el que mejor reconoce mis necesidades.
Pero si nos detenemos a comprender, a estudiar y
analizar los discursos políticos, podríamos encontrarle la cola al diablo,
porque es atraves del discurso que podemos encontrar las señales de un buen o
mal dirigente político, por ende este artículo lo he llamado, subterfugios del
discurso político, subterfugio porque se recurre a las habilidades engañosas
para obtener su preciado voto.
Pero como reconocer un discurso engañoso:
VOX POPULI VOX DEI
El discurso populista, engañoso y artificiosos
recurre al populismo, manifestándose con expresiones tan jocosas como esta “son
ustedes los que eligen” “ El pueblo decide” que cosa mas mentirosa que dichas
expresiones por demás de una bajeza politiquera sin igual, por demás de demagógica.
EXPRESIONES DE DEMAGOGIA Y POLITIQUERIA
“Acabar con la corrupción”
“Acabar con la politiquería”
EL CARISMA POR ENCIMA DEL DISCURSO
Cuando hablamos de un líder carismático, como aquel
que tiene amplia aceptación en la comunidad, aquel que es amado y querido pro
el pueblo, así sea un corrupto y un sinvergüenza, no, no importa, aquí lo que
vale es la personalidad del líder, un especia de fanatismo que enceguece a través
de pasiones al electorado, ello desde luego impide hacer una valoración objetiva
del discurso político.
EL MANIQUEÍSMO DE LA ÉTICA PUBLICA
Aquí cobra relevancia el discurso de la ética pública,
de que los buenos somos más, de la instrumentalización de la ética como forma de hacer política,
para dar un ejemplo:
“voten por nosotros. Que somos los buenos…ellos son
los malos”
Esta especia de maniqueísmo en el discurso político
me parece de una bajeza impresionante.
Hay que frenar la mentira política y la mejor manera
es contrastarla con la realidad, la mentira al compararla con los hechos se cae
de su propio peso: si un candidato se ofrece como la renovación, sus actos
deben demostrarlo, pero si encontramos que quien la ofrece viene de una de las familias
del cacique electoral o deviene de la maquinaria política, entonces tenemos
claro que noes están mintiendo.
Abraham Lincoln expreso: “Puedes engañar a todo el
mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes
engañar a todo el mundo todo el tiempo.” y pues precisamente de eso se trata,
porque la verdad debe aunque difícil resulte ser el norte al momento de poder
decidir a quién apoyar electoralmente, así que tenemos la obligación inaplazable
de conocer la verdad.
Cuando uno habla de la mentira en la política me
viene a la mente el famosos libro de Jonathan Swift publicado en el siglo XVIII
“El arte de la mentira política” y es que como bien lo dice el libro, la
mentira y al política suelen caminar juntas, son compañeros de viaje y la mejor
mentira será siempre aquella en la que exista un punto de verdad.
La retórica política así expuesta ha acudido desde
tiempos inmemoriales a toda clase de subterfugios para convencer y desafortunadamente
terminan siendo las bases sobre las que sustentamos nuestras propias opiniones,
se puede utilizar la quimera de un enemigo, por cierto invisible, común, al que
hay que derrotar, lo importante es bajo esa perspectiva obtener credibilidad y
su voto es lo que cuenta.
Y es que si observamos desde el punto de vista argumentativo,
los políticos recurren a cualquier cosa, para salir avante como en el caso del argumento
ad hominen o contra el hombre, donde se vale de las circunstancias personales
de alguien para ganar un debate, es lo que comúnmente se llama “sacarle los
trapitos al sol”, como decir, que usted no es integro, porque aún no ha pagado
a la señora de las empanadas.
Por lo que considero que el discurso además de convencer
debería explicar, pero cuando se explica? Cuando tengamos a una ciudadanía preparada,
a un mejor sociedad, educada en principios y valores democráticos, que exija e
indague, una sociedad políticamente estructurada.
Artur Schopenhauer y con esto quiero finalizar recuerdo
que escribió un pequeño manuela que se publicó póstumamente con 38 argucias,
muchas de ellas lógicas que se llamaba “El arte de tener la razón “ y decía “
queremos ganar adeptos, aunque haya que arrastrar los argumentos por el fango”
Pero desde luego que estoy en contra de dicha
afirmación, porque debemos evitar ese fango y es atraves de ciudadanos críticos
e informados, educados en cultura política capaz de elegir mejores candidatos,
mejores dirigentes, y debemos reconocer
estas argucias, estas mentiras en el discurso político, así que para nada
debemos echar al fango los argumentos, debemos exigirnos mas.
Omar Colmenares Trujillo
Analista
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