jueves, 1 de agosto de 2019

RECOVECOS SOBRE EL VIEJO DIVÁN






RECOVECOS SOBRE EL VIEJO DIVÁN
UNA AUTOCRÍTICA







Siempre he tenido la recalcitrante y odiosa capacidad de observarme a mí mismo, siempre me he acostumbrado al finalizar el día hacer una reflexión personal, desde precisamente esa introspección, a veces es malo, porque termino dándome muy duro, pero siempre es necesario en la búsqueda de la perfección.


Y desde esta soledad único espacio maravilloso y encantador donde me puedo desnudar sin temor a equivocarme, intento cada noche provocar el asomo de estas elucubraciones de la mente que a veces me agobian, esas intensas e interminables divagaciones, pensamientos y porque no ambiguos raciocinios que me terminan con la mirada difuminada en lo lejano, perdido dejando sobre este viejo diván, estos recovecos al sabor de una taza de café.





Uno de tantos recovecos es el ejercicio de la acción pública en Arauca, y es que para empezar diría que en mis primeros años de ejercicio profesional, producto del éxtasis de la juventud, esa fogosidad de esos años de ejercicio profesional, el brío por ejercer un liderazgo, en la defensa de los derechos de los más necesitados y vulnerables y ante tanta injusticia en mi departamento de Arauca, me di a la tarea de denunciar ante instancias Judiciales y organismos de control a funcionarios corruptos y toda clase de actos de corrupción.



Estaba convencido del mandato, como un deber establecido en el artículo 95 de nuestra carta política, que en su numeral 5 nos exige  participar en la vida política, cívica y comunitaria del país; así como de manera especial en el derecho contenido en el artículo 40 de nuestra carta Política, en la que establece que todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político y que para este fin en su numeral 6 señala el  Interponer acciones públicas en defensa de la Constitución y de la ley; en este sentido y frente a sonados casos de corrupción, en donde el dinero de los Araucanos estuvo en riesgo sin pensarlo dos veces radique denuncias, derechos de petición, solicitudes de investigación, apertura de procesos disciplinarios contra los mandatarios de turno y funcionarios.



Pero este ejercicio producto de la vehemencia en la Justicia social que siempre me ha distinguido desde que era estudiante, me llevó al límite de la nada, frente a una sociedad desagradecida, frente a una sociedad que en últimas se merece a sus esbirros, a sus gobernantes, porque fue una de las exposiciones más tremendas que hecho en el ejercicio profesional y digo tremendas porque en estas no había mandato, ni poder alguno, no había dinero, ni representación jurídica alguna, mi deseo era enfrentar la corrupción y sanear las finanzas públicas.


Pero el poder de la corrupción y la politiquería es muy grande todo correo y el dinero puede más, y más desdeñable no es que se engaveten las investigaciones, sino una sociedad silenciosamente cómplice de estos delincuentes de cuello blanco, pero que ante esa misma sociedad son nuestros respetables señores feudales.






Pero el tiempo ha pasado, el tiempo paso, y no pasó nada, en efecto los perjuicios a nivel personal y familiar fueron mayores que los beneficios que recibí en mi ámbito profesional, perdí seres queridos increíbles, perdí amigos, y la constante critica aun de mi propia familia a la que termine perjudicando indirectamente; el crédito es enorme, se construye un nombre, te visibilizas en la sociedad, pero al llegar la noche te sientes solo y cansado, agobiado del insulto constante yd e las amenazas.



El ejercito del control político que no es un invento de nadie, más bien es precisamente ese deber constitucional de defender nuestros intereses en la sociedad, me trajo más sinsabores que victorias, y más en tratándose de un profesional del derecho que no es político, adoro las ciencias políticas, pero no soy político; luego esta razón es suficiente para sostener que no obtuve redito alguno, ninguno, más que la alabanza de algunos sectores y la crítica y el prejuzgamiento de otros.



“Conflictivo” “enemigo”, “problemático”, fueron los calificativos mas respetuosos, porque de “ifueputa” no me han bajado, y no intento victimizarme, ni este artículo es una oda en este sentido, ni más faltaba, hay que tener nuevos para levantar la voz y denunciar, y yo a diferencia de otros que no buscaba beneficios políticos, ni tenia financiación alguna, pero juzgarme de Mierda, de jodido, bueno si soy jodido un poco pero no como algunos sin conocerme señalan.



Siempre he tenido un pensamiento crítico, y este solo hecho en una sociedad como la nuestra sumisa, letárgica, amilanada o más bien acobardada, representa una amenaza, un riesgo, no es admisible la queja, la disensión y ni de que hablar de oposición, eso es que no le dieron puesto, eso es que busca que le den plata, toda una infinidad de creencias apenas para nuestra mentalidad de platanal.




Que si ha valido la pena? En principio y a mí en particular. Diría que no, la tranquilidad es algo que no tiene precio, el estar en paz contigo mismo es fundamental y en mi caso particular no tuve como sostenerme emocionalmente, no hubo ese brazo fuerte en el cual descansar en los momentos difíciles.


En mi ejercicio de control político, tan exiguo en el departamento de Arauca, me condujo a las amenazas, insultos, agresiones y la exclusión de una clase dirigente corrupta y criminal, de una clase política sucia; y sin ninguna clase de remuneración, de gratis como se dice coloquialmente.


Pero  aquí quiero dejar uno de tantos recovecos sobre este viejo diván, porque nunca he sido políticamente correcto en una sociedad como la nuestra es un vicio, ser sincero te friega, cuestionar o debatir es una ofensa a la ignorancia, así que he tomado algunas decisiones al respecto.


De esta manera dejo estos recónditos rodeos por el callejón interminable de lo público, aquello que todos hablan entre sí, pero que nadie es capaz de expresar; porque como bien lo diría George Orwell en tiempos de engaño universal  decir la verdad se convierte en un acto revolucionario.


Omar Colmenares Trujillo































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