CORRUPCIÓN
POLÍTICA
La corrupción política
es una de las primeras formas de corrupción (Diego, 2005: 55). Ésta se
manifiesta cuando los políticos, por el deseo de codicia, se aseguran una forma
privada, desvían fondos de las arcas públicas, extorsionan a individuos y empresas
para obtener recursos, aceptan sobornos para realizar operaciones ilícitas y
compran votos en las elecciones. También reciben contribuciones legales e
ilegales para su partido o campañas políticas que califican de anónimos para
ocultar su procedencia, las más de las veces reprochable aunque sabiendo que procede
de grupos acaudalados con intereses especiales a cambio de favores.
Aunque hay que tener
cuidado en el concepto inicial de corrupción política: el abuso del cargo para
la ganancia privada. Este concepto, basado en el cargo, se desarrolló con la
consolidación del Estado-nación moderno y de la profesionalización de la
administración pública. Sin embargo, este concepto hace a un lado: a) las
dimensiones políticas de la corrupción, en particular, la corrupción de los
procesos de debate a través de los cuales se crean las reglas y normas; b) los
patrones institucionales que respaldan y justifican la corrupción, y c) las
culturas política dentro de las cuales ciertas acciones, instituciones y hasta
discursos pueden ser juzgados corruptos (Warren, 2005: 113).
La historia de la
corrupción política es vasta e ininterrumpida. Hay testimonios de su existencia
en diferentes tiempos y culturas, en todas las regiones y en todos los sistemas
políticos conocidos. Esta permanencia del fenómeno es tal que sugiere la idea
acerca de que la corrupción es algo inherente al ser humano, que existe
siempre, cualquiera que sea el sistema político y el tiempo en que pensemos.
Ningún autor, investigador, historiador o analista ha puesto en tela de juicio
esta verdad empírica evidente. La corrupción ha llegado incluso a ser
calificada de endémica en todas las formas de gobierno (Diego, 2005: 47).
Como forma de
comportamiento político desviado, la corrupción es una conducta política
contraria a las normas políticas. Esta definición destaca por igual sus
componentes normativos y conductuales. El aspecto normativo de la corrupción se
centra en los criterios o reglas valorativos que determinan la corrección
política: los criterios utilizados para juzgar la legitimidad o ilegitimidad
–es decir la corrupción– de un acto político. El aspecto conductual corresponde
a acciones observables (Morris, 1991:
La corrupción política
es una amenaza al núcleo de la democracia porque es la “compra de decisiones
públicas”, lo cual no significa que todo el poder está juridificado sino que
existen canales de poder que inciden sobre las decisiones por procedimientos distintos
a los establecidos por las reglas del juego (Calsamiglia, 2000: 20).
A la corrupción
política también se le puede denominar “criminalidad gubernativa”, aunque esta
expresión es puramente convencional, tiene por finalidad designar los hechos delictivos
cometidos por los gobernantes.
Bajo esta visión, la
conclusión es evidente: la criminalidad gubernativa tiende a difuminar la
ecuación entre Estado y legalidad y, por consiguiente, tiende a deslegitimar al
Estado ante los ciudadanos (Díez-Picazo, 2000: 11-13). La corrupción política
es corrupción de la política, de su lógica, de su demarcación, respecto del
ámbito privado y de sus propios valores (Rabotnikof, 2003: 46). La corrupción
política sustituye el interés público por intereses privados, erosiona las
raíces de una sociedad democrática y niega los principios de igualdad y
transparencia al otorgar a ciertos actores un acceso privilegiado y oculto a
los recursos públicos (Mény, 2003: 126).
La corrupción política
–o de los políticos, ejerzan o no un cargo electo– puede producirse de manera
individual por un político o por una camarilla de políticos que obtienen
canonjías y privilegios de todo tipo, aunque también se encuentra referida a lo
que sucede con los partidos políticos y sus representantes. Para ciertos autores
e instituciones la corrupción política sería una parte de la corrupción en
general que se diferenciaría del resto por la naturaleza de sus actores. La
corrupción política sería la que realizan los políticos, mientras que la corrupción
administrativa la que realizan los servidores públicos.
Los ciudadanos
consideran que la corrupción política anida en los partidos políticos y en los
representantes electos del pueblo. Pero los partidos políticos son
instituciones con miles de militantes en muchas ocasiones, y la tendencia
social a considerar como corruptos a todos los miembros de dichos partidos, no
parece que sea realmente cierta. Sin embargo, los partidos políticos son los
instrumentos de selección de los líderes políticos y los principales actores de
la política democrática, por lo que la ciudadanía está diciendo que, como organizaciones,
en su labor social está fracasando. Este fracaso se debe a que su sistema de
incentivos es, a menudo perverso, porque no son coherentes con el deber ser de
la política democrática. Porque como actores colectivos están incumpliendo las
obligaciones que se derivan de la acción política en una democracia. “La
corrupción de los partidos es corrupción política, es decir, corrupción de la
política” (Villoria, 2006: 11).
Por ello, la corrupción
política puede analizarse como una transacción oculta en la que un agente
público, violando las reglas previstas para su actuación, intercambia un poder
discrecional (o bien recursos de Por
ello, la corrupción política puede analizarse como una transacción oculta en la
que un agente público, violando las reglas previstas para su actuación,
intercambia un poder discrecional (o bien recursos de información o de confianza que derivan de su
posición) con recursos privados (Vanucci, 2003: 84-85).
En ese sentido, todo sistema político delimita
por medio de normas jurídicas los confines entre el poder interno de la
organización pública y el exterior a ella. La corrupción puede ser contemplada
como una actividad capaz de desplazar o de confundir esa línea de demarcación.
Así, la corrupción política se considera como un problema de gobernabilidad, y
no necesariamente un producto cultural. La corrupción puede ser entendida como
“el mal uso de la autoridad otorgada para ganancias personales.
http://www.inap.mx/portal/images/pdf/rap125.pdf
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