“DIVIDE
ET IMPERA”
MANIQUEÍSMO
POLÍTICO
Divide et impera, dice la
famosa frase dudosamente adjudicada al gran militar y político Romano Julio
Cesar, y que posteriormente Maquievelo en su obra el príncipe adopta como “
Divide y reinaras” frase que ha servido
para las grandes enfrentamientos de la Humanidad y de buen provecho en nuestro
tiempo; nuestro país está en los albores de una fractura democrática sin
precedentes, amparado atípicamente por las redes sociales y las plataformas
digitales, en donde la violencia y el odio son el chocolate y el pan de todos
los días.
Aunque debo decir que la
expresión Divide y vencerás, no es principio tan malvada como pareciera reseñarla
este contexto, pues quizá y desde el trasfondo político refiere a una estrategia que rompe las estructuras de poder
existentes; mantener bajo control un territorio y/o una población, dividiendo y
fragmentando el poder de las distintas facciones o grupos allí existentes, de
tal manera que no puedan reunirse en pos de un objetivo común.
Pero sin duda una de las
características más notoria de esta política es el ocasionar constantemente
disputas y enfrentamientos, y crear facciones entre la sociedad, pero esta
técnica nos está conduciendo al parecer en Colombia a un viaje sin retorno,
donde es cada vez más impositiva la guerra, el insulto y la agresión por
convicciones no solo políticas, sino de cualquier tema de la vida.
Y es que estamos en un
estado en vía de aniquilamiento de la democracia, en donde los espacios cibernéticos
parecen secundar su sepultura, todo absolutamente genera controversia, todo
genera discusión, todo es un problema, y es desgastante por lo menos a mi juicio
es bastante molesto, que si una señora cualquiera dice que los negros son
Dioses, ya al instante salen las organizaciones y todo tipo de grupos de
presión a levantarse contra esta afirmación y a pedir toda clase de protección.
Al principio se creía que
algunos temas eran controversiales, por lo álgidos y delicados respecto de los
principios y la moral de los colombianos como el aborto, el matrimonio gay, pero
ya hoy estamos enfrentados por todo y por todo, que si el precio de los Huevos,
que si los parques deben tener árboles, que si los niños deben llevar lonchera
al colegio, bueno en fin, todo pareciera polarizarnos.
Esta semana fue controversia
la Columna de la Periodista Claudia Palacios que sostuvo con el título Dejen de
Parir, que las mujeres en especial las venezolanas por su situación económica,
las críticas y pero aun los insultos no se hicieron esperar, hasta quienes
estuvimos de acuerdo con su opinión fuimos tildados de aporofóbicos, y es
entonces este puto fenómeno polarizante en donde todo molesta, lejos de la
tolerancia y el respeto, acaso no podría decirle una señora con tres hijos en
pobreza extrema que deje de tener tantos hijos, entonces ya es una molestia, es
insulto, es agresión.
Pero creo que la
polarización no es el problema, pues es quizá necesaria en la democracia, el
problema es de lo que ella emerge como la incitación al odio, a la violencia y
a la discriminación; y dentro de este papel esta esta famosa frase Divide y vencerás,
la cual saben manipular muy bien los cancerberos del fenómeno polarizante en
Colombia como es Gustavo Petro y Álvaro Uribe Vélez.
Ambos dirigentes se han
encargado de dividirnos a los colombianos en una facción como los he venido
sosteniendo en esta clase de artículos, fraccionarnos entre derecha e
Izquierda, entre los conservadores y los progresistas, en quienes quieren
conservar el orden y quienes quieren un cambio y eso está muy alejado del
contenido político del colombiano de a pie.
Y es que ese posicionamiento
de colocar a tus seguidores en el lado de los Héroes, de quienes tienen la razón,
de los que posean la verdad absoluta y ver en el contrario a los villanos, los
enemigos, los malvados es lo que en definitiva se podría llamar maniqueísmo político.
A mi juicio estas dos
facciones de la sociedad Colombiana, nos lleva a demás del constante
enfrentamiento, a ver en el adversario, en el que opina distinto, en el que
piensan de otra manera, en el que no está de acuerdo conmigo, en un enemigo, en
alguien malo, en un demonio al que hay que aniquilar.
Le seguimos creyendo a los
grandes gamonales del País, Álvaro Uribe y Vélez y Gustavo Petro solo por
colocar un ejemplo, solo buscan réditos políticos, satisfacer sus propios
intereses, ellos lejos de pensar en el bien de nuestra sociedad, en la paz y la
reconciliación, ven en el condenable maniqueísmo político un arma para
mantenerse en el poder, cuando poner fin a este Maniqueísmo político? Pues
aunque sea Uribista y quiera mucho al expresidente, muchas veces me hago al
margen de muchas de sus consideraciones políticas, de eso se trata, lejos del
fanatismo y la ignorancia que son en ultimas el combustible de la polarización
en el país.
Se nos está empezando a
fracturar la democracia? Y como así? Si ahora los debates son en las redes
sociales, donde cada quien es libre de opinar, pero es raro, porque lo que encuentra
en este universo polarizante son frases como “ Hijueputa cállese” ,
“mapalparido uribista” , “asesino, miserable terrorista” , y aunque en otros
artículos me he ocupado de moderar el lenguaje y adecuados a una narrativa de
conciliación, la misma parece ir mas al contrario… cada vez más oscurecerse.
Si alguien sostiene que los
guerrilleros deben purgar penas privativas de la libertad, entonces de una es
tildado de paramilitar y el que lo enfrente entonces es un guerrillero, el
mismo Gustavo Petro se ha encargado de sostener una y otra vez que cualquier
cuestionamiento al proceso de negociación con las Farc, entonces es de contado
un enemigo de la paz; y es así como se ha venido ahondando esta coyuntura, en
la facción de los amigos de la paz y los enemigos y que quieren la guerra,
fatal extremismo polarizante, que ocasiona más guerra, muertes entre los
colombianos.
Desde fines del siglo XVIII,
como un efecto de la Revolución francesa, con una convención en que los
jacobinos, más bulliciosos y “contreras”, se sentaban a la izquierda, y los
girondinos, más serenos y convencionales, a la derecha, se produjo el efecto maniqueísta
que calificaba a quienes iban hacia el futuro como izquierdistas, y a los que
se anclaban en el presente y el pasado, como derechistas (zurdos y curuchupas,
para decirlo en un lenguaje más criollo). Tal clasificación ha sido respetada
desde entonces, aunque pareció clausurarse cuando los clásicos partidos, el
Liberal y el Conservador, pasaron a ser piezas de museo, quedando en pie, sin
embargo, el ropaje “socialista” con el que se vienen cubriendo sinceros
revolucionarios y tramposos populistas, evocando la Revolución bolchevique de
1917, en la Rusia que había estado en poder de los zares.
Se conoce como maniqueísmo a
la doctrina del príncipe persa Manes (215-276 d.C) y sus partidarios, autor de
una herejía del cristianismo que se inició en el año 242 en Persia y se
extendió por el Oriente Medio y el Imperio Romano.
El fundamento del
maniqueísmo es el dualismo y su principal creencia el gnosticismo. Existe desde
la eternidad dos principios opuestos, concebidos sobre la forma de dos reinos:
el de la luz, que representa el bien físico y moral, y el de las tinieblas, que
representa el mal. El primero, comprende un cielo y una tierra luminosa, es el
dominio de Dios; y el otro, colocado por debajo del desproveído cielo, es el
dominio de Satanás y sus dominios.
En relación a su origen
etimológico, la palabra maniqueísmo o maniqueo es de origen latín “manichaeus”.
El maniqueísmo político es
considerado como la actitud de ciertas personas, de dividir las ideas, o
personas en dos grupos: los del bando bueno, y los del bando malo, en forma
irreductible. Como se observa a lo largo de los años, el maniqueo en político
siempre asume que está en el lado bueno, y existe la parte de la sociedad que
cae en maniqueísmo y etiqueta que toda la gestión del gobierno está mal.
Pero la resolución de los
grandes problemas del país no están en la discusión del maniquismo politico,
pues un tema como el consumo de marihuana en los parques o lugares público no
atañe al discurso de derecha o izquierda, no, se trata de que clase de sociedad
queremos construir, y hay gente que es progresista pero que no está de acuerdo
con que se consuma drogas en los parques, pero la trivialización de la
política, a través de este maniqueísmo nos impide avanzar.
Esta práctica maniquea no es
solo de nuestros dirigentes políticos, ellos son los responsables en gran
medida, esta práctica está permeada en todo los estamentos de la sociedad, en donde
incluso no le hablamos al vecino sencillamente porque es contrario a nuestras
convicciones políticas o religiosas.
Y es que dentro de este pérfido
maniqueísmo político subyace una especie de pereza cognitiva, de falta de
argumentación, de ignorancia y porque no una alta dosis de fanatismo, porque
como no tengo elementos de juicio le respondo: “ cállese malparido guerrillero”;
y así se va desmoronando el debate público en una democracia.
Y tú de que lados estas? Del
lado correcto por supuesto…porque si defiendo fumar marihuana y el libre
desarrollo de la personalidad estoy según mi criterio del lado correcto, pero
quien persiste en su idea de prohibir el consumo de drogas en espacios públicos
entonces está en el lado Incorrecto.
El problema de este fenómeno
exhibe la problemática y los asuntos importantes de estado de una forma
simplificada, dejando de lado los grises suprimiendo la complejidad de los
temas; no podemos seguir en una democracia pintada de blanco y negro, tenemos
que aceptar todas las tonalidades del gris. El consenso político se basa
justamente en el ancho campo de los grises.
Como poner fin a esta práctica
insisto? Si los grandes intelectuales del país insisten en la misma…si no es
con educación, debe ser sin duda con la cultura política, la transformación del
pensamiento político de los colombianos, en aceptarnos en medio de las
diferencias, en permitir que la crítica enriquezca, desde luego con los
argumentos, como una oposición a un gobierno no polarizante ni maniqueísta,
sino que pueda estar de acuerdo o en desacuerdo según la luz de la razón y no de
los intereses politiqueros electorales.
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