sábado, 15 de junio de 2019

“DIVIDE ET IMPERA”





“DIVIDE ET IMPERA”

MANIQUEÍSMO POLÍTICO





Divide et impera, dice la famosa frase dudosamente adjudicada al gran militar y político Romano Julio Cesar, y que posteriormente Maquievelo en su obra el príncipe adopta como “ Divide y reinaras”  frase que ha servido para las grandes enfrentamientos de la Humanidad y de buen provecho en nuestro tiempo; nuestro país está en los albores de una fractura democrática sin precedentes, amparado atípicamente por las redes sociales y las plataformas digitales, en donde la violencia y el odio son el chocolate y el pan de todos los días.



Aunque debo decir que la expresión Divide y vencerás, no es principio tan malvada como pareciera reseñarla este contexto, pues quizá y desde el trasfondo político refiere a una  estrategia que rompe las estructuras de poder existentes; mantener bajo control un territorio y/o una población, dividiendo y fragmentando el poder de las distintas facciones o grupos allí existentes, de tal manera que no puedan reunirse en pos de un objetivo común.



Pero sin duda una de las características más notoria de esta política es el ocasionar constantemente disputas y enfrentamientos, y crear facciones entre la sociedad, pero esta técnica nos está conduciendo al parecer en Colombia a un viaje sin retorno, donde es cada vez más impositiva la guerra, el insulto y la agresión por convicciones no solo políticas, sino de cualquier tema de la vida.



Y es que estamos en un estado en vía de aniquilamiento de la democracia, en donde los espacios cibernéticos parecen secundar su sepultura, todo absolutamente genera controversia, todo genera discusión, todo es un problema, y es desgastante por lo menos a mi juicio es bastante molesto, que si una señora cualquiera dice que los negros son Dioses, ya al instante salen las organizaciones y todo tipo de grupos de presión a levantarse contra esta afirmación y a pedir toda clase de protección.



Al principio se creía que algunos temas eran controversiales, por lo álgidos y delicados respecto de los principios y la moral de los colombianos como el aborto, el matrimonio gay, pero ya hoy estamos enfrentados por todo y por todo, que si el precio de los Huevos, que si los parques deben tener árboles, que si los niños deben llevar lonchera al colegio, bueno en fin, todo pareciera polarizarnos.



Esta semana fue controversia la Columna de la Periodista Claudia Palacios que sostuvo con el título Dejen de Parir, que las mujeres en especial las venezolanas por su situación económica, las críticas y pero aun los insultos no se hicieron esperar, hasta quienes estuvimos de acuerdo con su opinión fuimos tildados de aporofóbicos, y es entonces este puto fenómeno polarizante en donde todo molesta, lejos de la tolerancia y el respeto, acaso no podría decirle una señora con tres hijos en pobreza extrema que deje de tener tantos hijos, entonces ya es una molestia, es insulto, es agresión.



Pero creo que la polarización no es el problema, pues es quizá necesaria en la democracia, el problema es de lo que ella emerge como la incitación al odio, a la violencia y a la discriminación; y dentro de este papel esta esta famosa frase Divide y vencerás, la cual saben manipular muy bien los cancerberos del fenómeno polarizante en Colombia como es Gustavo Petro y Álvaro Uribe Vélez.



Ambos dirigentes se han encargado de dividirnos a los colombianos en una facción como los he venido sosteniendo en esta clase de artículos, fraccionarnos entre derecha e Izquierda, entre los conservadores y los progresistas, en quienes quieren conservar el orden y quienes quieren un cambio y eso está muy alejado del contenido político del colombiano de a pie.



Y es que ese posicionamiento de colocar a tus seguidores en el lado de los Héroes, de quienes tienen la razón, de los que posean la verdad absoluta y ver en el contrario a los villanos, los enemigos, los malvados es lo que en definitiva se podría llamar maniqueísmo político.



A mi juicio estas dos facciones de la sociedad Colombiana, nos lleva a demás del constante enfrentamiento, a ver en el adversario, en el que opina distinto, en el que piensan de otra manera, en el que no está de acuerdo conmigo, en un enemigo, en alguien malo, en un demonio al que hay que aniquilar.



Le seguimos creyendo a los grandes gamonales del País, Álvaro Uribe y Vélez y Gustavo Petro solo por colocar un ejemplo, solo buscan réditos políticos, satisfacer sus propios intereses, ellos lejos de pensar en el bien de nuestra sociedad, en la paz y la reconciliación, ven en el condenable maniqueísmo político un arma para mantenerse en el poder, cuando poner fin a este Maniqueísmo político? Pues aunque sea Uribista y quiera mucho al expresidente, muchas veces me hago al margen de muchas de sus consideraciones políticas, de eso se trata, lejos del fanatismo y la ignorancia que son en ultimas el combustible de la polarización en el país.



Se nos está empezando a fracturar la democracia? Y como así? Si ahora los debates son en las redes sociales, donde cada quien es libre de opinar, pero es raro, porque lo que encuentra en este universo polarizante son frases como “ Hijueputa cállese” , “mapalparido uribista” , “asesino, miserable terrorista” , y aunque en otros artículos me he ocupado de moderar el lenguaje y adecuados a una narrativa de conciliación, la misma parece ir mas al contrario… cada vez más oscurecerse.



Si alguien sostiene que los guerrilleros deben purgar penas privativas de la libertad, entonces de una es tildado de paramilitar y el que lo enfrente entonces es un guerrillero, el mismo Gustavo Petro se ha encargado de sostener una y otra vez que cualquier cuestionamiento al proceso de negociación con las Farc, entonces es de contado un enemigo de la paz; y es así como se ha venido ahondando esta coyuntura, en la facción de los amigos de la paz y los enemigos y que quieren la guerra, fatal extremismo polarizante, que ocasiona más guerra, muertes entre los colombianos.


Desde fines del siglo XVIII, como un efecto de la Revolución francesa, con una convención en que los jacobinos, más bulliciosos y “contreras”, se sentaban a la izquierda, y los girondinos, más serenos y convencionales, a la derecha, se produjo el efecto maniqueísta que calificaba a quienes iban hacia el futuro como izquierdistas, y a los que se anclaban en el presente y el pasado, como derechistas (zurdos y curuchupas, para decirlo en un lenguaje más criollo). Tal clasificación ha sido respetada desde entonces, aunque pareció clausurarse cuando los clásicos partidos, el Liberal y el Conservador, pasaron a ser piezas de museo, quedando en pie, sin embargo, el ropaje “socialista” con el que se vienen cubriendo sinceros revolucionarios y tramposos populistas, evocando la Revolución bolchevique de 1917, en la Rusia que había estado en poder de los zares.


Se conoce como maniqueísmo a la doctrina del príncipe persa Manes (215-276 d.C) y sus partidarios, autor de una herejía del cristianismo que se inició en el año 242 en Persia y se extendió por el Oriente Medio y el Imperio Romano.



El fundamento del maniqueísmo es el dualismo y su principal creencia el gnosticismo. Existe desde la eternidad dos principios opuestos, concebidos sobre la forma de dos reinos: el de la luz, que representa el bien físico y moral, y el de las tinieblas, que representa el mal. El primero, comprende un cielo y una tierra luminosa, es el dominio de Dios; y el otro, colocado por debajo del desproveído cielo, es el dominio de Satanás y sus dominios.



En relación a su origen etimológico, la palabra maniqueísmo o maniqueo es de origen latín “manichaeus”.



El maniqueísmo político es considerado como la actitud de ciertas personas, de dividir las ideas, o personas en dos grupos: los del bando bueno, y los del bando malo, en forma irreductible. Como se observa a lo largo de los años, el maniqueo en político siempre asume que está en el lado bueno, y existe la parte de la sociedad que cae en maniqueísmo y etiqueta que toda la gestión del gobierno está mal.




Pero la resolución de los grandes problemas del país no están en la discusión del maniquismo politico, pues un tema como el consumo de marihuana en los parques o lugares público no atañe al discurso de derecha o izquierda, no, se trata de que clase de sociedad queremos construir, y hay gente que es progresista pero que no está de acuerdo con que se consuma drogas en los parques, pero la trivialización de la política, a través de este maniqueísmo nos impide avanzar.



Esta práctica maniquea no es solo de nuestros dirigentes políticos, ellos son los responsables en gran medida, esta práctica está permeada en todo los estamentos de la sociedad, en donde incluso no le hablamos al vecino sencillamente porque es contrario a nuestras convicciones políticas o religiosas.


Y es que dentro de este pérfido maniqueísmo político subyace una especie de pereza cognitiva, de falta de argumentación, de ignorancia y porque no una alta dosis de fanatismo, porque como no tengo elementos de juicio le respondo: “ cállese malparido guerrillero”; y así se va desmoronando el debate público en una democracia.



Y tú de que lados estas? Del lado correcto por supuesto…porque si defiendo fumar marihuana y el libre desarrollo de la personalidad estoy según mi criterio del lado correcto, pero quien persiste en su idea de prohibir el consumo de drogas en espacios públicos entonces está en el lado Incorrecto.




El problema de este fenómeno exhibe la problemática y los asuntos importantes de estado de una forma simplificada, dejando de lado los grises suprimiendo la complejidad de los temas; no podemos seguir en una democracia pintada de blanco y negro, tenemos que aceptar todas las tonalidades del gris. El consenso político se basa justamente en el ancho campo de los grises.



Como poner fin a esta práctica insisto? Si los grandes intelectuales del país insisten en la misma…si no es con educación, debe ser sin duda con la cultura política, la transformación del pensamiento político de los colombianos, en aceptarnos en medio de las diferencias, en permitir que la crítica enriquezca, desde luego con los argumentos, como una oposición a un gobierno no polarizante ni maniqueísta, sino que pueda estar de acuerdo o en desacuerdo según la luz de la razón y no de los intereses politiqueros electorales.




ESCRTITO POR:
OMAR COLMENARES TRUJILLO












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