“EL
HEROE”
Nunca
olvides ponerte la máscara antes de salir.
BALTAZAR
GRACIÁN Y MORALES.
“Nadie puede llevar la
máscara durante mucho tiempo.”
LUCIO ANNEO SÉNECA
Esta obra es quizá menos
importante que el Príncipe de Maquiavelo, pero de basta influencia en el mundo
político, Baltasar Gracián presenta su
obra El Héroe, en 1637, Pero la figura del héroe de Gracián no es un tratado
político como una estética con finalidad religiosa del héroe político. El
propio juicio de intenciones de la obra lo atestiguo en cierto modo:
“Esta obra más que un
cuerpo de historia, será el alama de la política de Fernando; más que un relato
de sus hechos, será un discurso sobre su manera de tener éxito en ellos; más
que un panegírico de un solo rey, una crítica de varios.”
El
Político Don Fernando el Católico.
Gracián nos ofrece más
que un tratado político del arte de gobernar, un tratado del gobierno de sí que
hace Fernando el católico el más perfecto y grande de los reyes.
Los dos primeros
capítulos del Héroe dibujan de entrada el marco en el que se desarrolla la
concepción del prototipo del héroe según Gracián. Este marco es la distinción
entre ser y parecer, realidad y máscara, cosa y signo, es decir, Un Universo
escindido en el que la añagaza, la trampa, la ilusión y el engaño son sus datos
constitutivos. Esta concepción se desarrollaría en toda su extensión en el criticón.
En este texto el universo cambia de aspecto y de forma en función de la visión
que tiene de el dos personajes que van de peregrinos por el gran teatro del
mundo.
El mundo en general,
tanto el natural como el social, es una fachada móvil y engañosa, que sufre una
inversión general de valores. Todo el problema para cada uno de ellos estriba
en no caer en la trampa de las apariencias engaños, de las vanas ostentaciones,
e incluso, del lenguaje, que también está cifrado: “Cuando se habla, a menudo
se dice más o distinto de lo que parece que se dice”.
En este reino del
Engaño, que cala totalmente en las relaciones de los hombres, la regla de la
conducta permanente del héroe es ocultar a los otros la extensión de su
capacidad y, a la vez, intentando penetrar en el corazón del otro. Esta regla
no es un principio de duplicidad propio del héroe, más bien es un medio para
utilizar para sus propios fines la duplicidad universal. Se comprenden las dos
primeras máximas del arte de la conducta: hacerse impenetrable, no mostrarse
nunca tal cual es; 2. Y, en particular, ocultar los sentimientos del corazón,
no dejar que se conozcan las pasiones, porque sin esto el heroísmo sufrirá un
golpe mortal. En efecto, mostrar pasión es darles a los demás unas armas que se
volverán contra nosotros. Estas máximas suponen una interpretación de las
relaciones interhumanas en términos de poder yd e dominación: un hombre que ha
comprendido a otro, está en situación de dominarlo; por el contrario, aquel a
quien nadie comprende escapa al poder de los demás.
Se comprende que el
heroísmo se defina ante todo como un autodominio que debe procurar una ventaja
y una superioridad sobre los demás. Este dominio de sí mismo tiene dos
aspectos: Uno practico: Uno practico, pues
se trata de una técnica que consiste en un arte de hablar y actuar; el
otro estético, que trata de una estilística de las maneras, de la gracia o de
ese “No sé qué” indefinible sin el cual todas las técnicas del mundo serpian
ineficaces. Pero antes de abordar algunos aspectos de esta técnica de dominio
de si y de estética del estilo, importa
decir algunas palabras de las cualidades yd e las perfecciones excepcionales
que distinguen al héroe y que, cuando se encuentran agrupadas, hacen de el un
ser extraordinario.
En las raíz de toda
grandeza esta primero el espíritu, o más exactamente el entendimiento. Esta
parte principal se compone de otras dos: un fondo de juicio y una elevación de
ingenio que, según Gracián, forman un prodigio cuando se encuentran. La armonía
de estos atributos es esencial al héroe. Notemos de paso que Gracián da a esta
división del entendimiento de ingenio y juicio el aspecto de una verdadera
forma de categoría filosóficas de las facultades del alma.
El espíritu y el juicio
dependen de la naturaleza y del arte. Por un lado, la fuerza, la prontitud y la
sutileza del espíritu son un don de la naturaleza o de Dios y como son como
destellos de la divinidad.
Pero el espíritu también hace intervenir al arte, incluso al
artificio. Esto explica el desarrollo monumental en Gracián de un arte del
espíritu o de un arte de ingenio, que abre la retórica a un campo que, si no habías
ignorado, al menos había descuidado.
Establece como
características de este arte del espíritu: 1. En el Discurso III de su obra
Agudeza y arte de ingenio, Gracián se impone como objetico la agudeza de
artificio, que se refiere a la belleza sutil, por oposición a la agudeza de perspicacia,
que da acceso a las verdades complejas, descubriendo la más secreta. 2. Los
tropos o las figuras, que son unas formas de la retórica tradicional, se convierten
en materia en el marco de su análisis de la agudeza de ingenio.
Este discurso sobre el
alma de la política y la manera de conseguir éxito en ella solo conserva del
príncipe de Maquiavelo los aspectos que descartaron los teóricos de la razón de
estado, para elaborar unos modos de racionalización de la practica
gubernamental que tiene por objeto el poder del estado y no el del príncipe.
Espero que con este
breve estudio del Héroe de Gracián, se animen a leerlo, a estudiarlo y a
escudriñarlo, ya que sus aportes a la teoría política son inmensos, y de gran
practicidad, sobre todo como técnicas para quien quiera arriesgarse a nadar en
las olas del mar de lo público.
Omar Colmenares Trujillo Analista político. |
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