sábado, 9 de junio de 2018

BALTAZAR GRACIÁN Y MORALES.




“EL HEROE”

Nunca olvides ponerte la máscara antes de salir.

BALTAZAR GRACIÁN Y MORALES.



“Nadie puede llevar la máscara durante mucho tiempo.”

LUCIO ANNEO SÉNECA


Esta obra es quizá menos importante que el Príncipe de Maquiavelo, pero de basta influencia en el mundo político,  Baltasar Gracián presenta su obra El Héroe, en 1637, Pero la figura del héroe de Gracián no es un tratado político como una estética con finalidad religiosa del héroe político. El propio juicio de intenciones de la obra lo atestiguo en cierto modo:

“Esta obra más que un cuerpo de historia, será el alama de la política de Fernando; más que un relato de sus hechos, será un discurso sobre su manera de tener éxito en ellos; más que un panegírico de un solo rey, una crítica de varios.”

El Político Don Fernando el Católico.

Gracián nos ofrece más que un tratado político del arte de gobernar, un tratado del gobierno de sí que hace Fernando el católico el más perfecto y grande de los reyes.

Los dos primeros capítulos del Héroe dibujan de entrada el marco en el que se desarrolla la concepción del prototipo del héroe según Gracián. Este marco es la distinción entre ser y parecer, realidad y máscara, cosa y signo, es decir, Un Universo escindido en el que la añagaza, la trampa, la ilusión y el engaño son sus datos constitutivos. Esta concepción se desarrollaría en toda su extensión en el criticón. En este texto el universo cambia de aspecto y de forma en función de la visión que tiene de el dos personajes que van de peregrinos por el gran teatro del mundo.

El mundo en general, tanto el natural como el social, es una fachada móvil y engañosa, que sufre una inversión general de valores. Todo el problema para cada uno de ellos estriba en no caer en la trampa de las apariencias engaños, de las vanas ostentaciones, e incluso, del lenguaje, que también está cifrado: “Cuando se habla, a menudo se dice más o distinto de lo que parece que se dice”.

En este reino del Engaño, que cala totalmente en las relaciones de los hombres, la regla de la conducta permanente del héroe es ocultar a los otros la extensión de su capacidad y, a la vez, intentando penetrar en el corazón del otro. Esta regla no es un principio de duplicidad propio del héroe, más bien es un medio para utilizar para sus propios fines la duplicidad universal. Se comprenden las dos primeras máximas del arte de la conducta: hacerse impenetrable, no mostrarse nunca tal cual es; 2. Y, en particular, ocultar los sentimientos del corazón, no dejar que se conozcan las pasiones, porque sin esto el heroísmo sufrirá un golpe mortal. En efecto, mostrar pasión  es darles a los demás unas armas que se volverán contra nosotros. Estas máximas suponen una interpretación de las relaciones interhumanas en términos de poder yd e dominación: un hombre que ha comprendido a otro, está en situación de dominarlo; por el contrario, aquel a quien nadie comprende escapa al poder de los demás.

Se comprende que el heroísmo se defina ante todo como un autodominio que debe procurar una ventaja y una superioridad sobre los demás. Este dominio de sí mismo tiene dos aspectos: Uno practico: Uno practico, pues  se trata de una técnica que consiste en un arte de hablar y actuar; el otro estético, que trata de una estilística de las maneras, de la gracia o de ese “No sé qué” indefinible sin el cual todas las técnicas del mundo serpian ineficaces. Pero antes de abordar algunos aspectos de esta técnica de dominio de si y de estética  del estilo, importa decir algunas palabras de las cualidades yd e las perfecciones excepcionales que distinguen al héroe y que, cuando se encuentran agrupadas, hacen de el un ser extraordinario.

En las raíz de toda grandeza esta primero el espíritu, o más exactamente el entendimiento. Esta parte principal se compone de otras dos: un fondo de juicio y una elevación de ingenio que, según Gracián, forman un prodigio cuando se encuentran. La armonía de estos atributos es esencial al héroe. Notemos de paso que Gracián da a esta división del entendimiento de ingenio y juicio el aspecto de una verdadera forma de categoría filosóficas de las facultades del alma.

El espíritu y el juicio dependen de la naturaleza y del arte. Por un lado, la fuerza, la prontitud y la sutileza del espíritu son un don de la naturaleza o de Dios y como son como destellos de la divinidad.

Pero el espíritu  también hace intervenir al arte, incluso al artificio. Esto explica el desarrollo monumental en Gracián de un arte del espíritu o de un arte de ingenio, que abre la retórica a un campo que, si no habías ignorado, al menos había descuidado.


Establece como características de este arte del espíritu: 1. En el Discurso III de su obra Agudeza y arte de ingenio, Gracián se impone como objetico la agudeza de artificio, que se refiere a la belleza sutil, por oposición a la agudeza de perspicacia, que da acceso a las verdades complejas, descubriendo la más secreta. 2. Los tropos o las figuras, que son unas formas de la retórica tradicional, se convierten en materia en el marco de su análisis de la agudeza de ingenio.

Este discurso sobre el alma de la política y la manera de conseguir éxito en ella solo conserva del príncipe de Maquiavelo los aspectos que descartaron los teóricos de la razón de estado, para elaborar unos modos de racionalización de la practica gubernamental que tiene por objeto el poder del estado y no el del príncipe.

Espero que con este breve estudio del Héroe de Gracián, se animen a leerlo, a estudiarlo y a escudriñarlo, ya que sus aportes a la teoría política son inmensos, y de gran practicidad, sobre todo como técnicas para quien quiera arriesgarse a nadar en las olas del mar de lo público.


Omar Colmenares Trujillo
Analista político.






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