TECNOCRACIA
O MERITOCRACIA
EN
COLOMBIA
En primer lugar el término
tecnocracia significa literalmente «gobierno de los técnicos» y se deriva de
los vocablos griegos τέχνη (tékhnē, «arte, técnica») y κράτος (krátos, «poder,
dominio, gobierno»).
Diversos tecnócratas han
identificado su postura con el uso del método científico para resolver los
problemas de la política. En vez de basar sus decisiones en convicciones
ideológicas, se favorece la acción orientada a resultados y basada en datos
empíricos. El tecnócrata es (o se asocia con) un científico o ingeniero. El
término tecnocracia fue originalmente utilizado para designar la aplicación del
método científico a la resolución de problemas sociales, en contraposición a
los enfoques económicos, políticos o filosóficos tradicionales.
Algunos usos de la palabra
tecnocracia se refieren a una forma de meritocracia, un sistema en el que la
"mayoría cualificada" y los que deciden la validez de las
cualificaciones son las mismas personas. Otras aplicaciones han sido descritas
como no ser un grupo oligárquico humano de los controladores, sino más bien la
administración por la ciencia-disciplina específica, aparentemente sin la
influencia de grupos de interés especial. La palabra tecnocracia también se ha
utilizado para indicar cualquier tipo de gestión o administración por expertos
especializados ('tecnócratas') en cualquier campo, no sólo la ciencia física, y
el adjetivo 'tecnocrática' se ha utilizado para describir a los gobiernos que
incluyan profesionales no electos a nivel ministerial.
Tecnocracia significa
literalmente “gobierno de los técnicos”; siendo “tecno-” el arte o la técnica y
“-cracia” el poder o gobierno los significados de las dos raices, podemos
hacernos una idea de la definición de este concepto.
Sin embargo, las dos
definiciones que da la RAE de tecnocracia son algo confusas:
1º. “Ejercicio del poder por
los tecnócratas”.
2º. “Grupo o equipo de
tecnócratas dirigentes”.
Vale, entonces entendemos que
la tecnocracia es un sistema de gobierno llevado a cabo por tecnócratas,
entonces ¿qué es un tecnócrata?
Hoy en día podríamos decir que
un tecnócrata es toda aquella persona que dispone de una serie de conocimientos
técnicos, tecnológicos y científicos, a la par que ejerce el poder de gobernar
una sociedad (usando dichos conocimientos).
La RAE nos da sus dos
acepciones, más claras que las anteriores, para definición lo que es un
tecnócrata:
1º. “ Profesional especializado
en alguna materia económica o administrativa que, en el desempeño de un cargo
público, aplica medidas eficaces que persiguen el bienestar social al margen de
consideraciones ideológicas".
2º. “Partidario de la
tecnocracia o de los tecnócratas”.
MERITOCRACIA
Según diversos autores, la
meritocracia es un criterio central de jerarquización social en las “sociedades
igualitarias y modernas”. A su vez, se señala como positivo el hecho que
postula, ‘que el criterio básico de organización social debe ser el desempeño
de las personas: sus talentos, habilidades y esfuerzos’. Y lo negativo, que
“niega el valor a variables sociales como: origen, posición social, económica y
al poder político de los individuos”. Algo muy positivo para la sociedad
colombiana.
Se reconoce que la meritocracia
bien aplicada es eficiente porque entrega los incentivos que maximizan la
creación de riqueza total. “Es una forma de maximizar la libertad y crea una
nueva cultura de lo público, basada en la igualdad y la justicia social”. Esto
último sería la plena justificación para aplicarla no nominalmente, sino
realmente en nuestro país.
Como seguramente los diversos
gobiernos afirmarán que han usado este criterio para la selección de los
funcionarios, es bueno señalar lo que reconoce la literatura como retos
evidentes para lograr una verdadera meritocracia en el Estado.
Primero, definir qué se
entiende por mérito en cada actividad. Y este punto sí que exige una discusión,
porque, por lo general, el mérito en Colombia se asocia a pertenecer a una
familia de ‘gente bien’, si no pregúntenle a aquellos que eligen a dedo a la
reina del Carnaval de Barranquilla, porqué siempre son niñas del Country Club,
de familias políticas.
Segundo, establecer indicadores
lo menos subjetivos posibles para cuantificar el mérito. Imposible en una
sociedad tan desigual como la nuestra, que los criterios de selección no estén
contaminados del clasismo, sexismo, machismo y otros ismos que nos
caracterizan.
Y finalmente, se requiere
enfrentar el tercer reto que consiste en seleccionar evaluadores que garanticen
“una buena evaluación comparativa de méritos que no esté guiada por intereses
personales o sectarios”. Pero cuando en Colombia se aplica el mérito en la
selección de funcionarios, quienes lo hacen están impregnados, por lo general,
de esos valores clasista, sexistas y racistas, propios de nuestro país.
Por ello, es fundamental
empezar por aceptar que la verdadera meritocracia aún no existe en nuestro
país, y que más que una regla es la excepción. Sin embargo, “una sociedad
meritocrática es, en principio, más justa que una sociedad de herencia”, según
el sociólogo francés François Dubet. Ahora que se espera que por fin Colombia
reconozca que la equidad es un objetivo prioritario, debe aceptarse que
alcanzarla va de la mano de la verdadera meritocracia. Es decir, es claro, como
lo afirman varios autores, “que NO puede implementarse un sistema meritocrático
en una sociedad injusta y sin igualdad de oportunidades para todas y todos sus
miembros”.
Ahora sí se entiende por qué es
tan difícil la meritocracia real en Colombia, como lo sostienen muchos
analistas. Y las razones que se exponen con frecuencia son contundentes: por el
carácter manipulable de las masas votantes y su vinculación con el poder de
turno. Por la distancia entre democracia practicada y talento profesional. Por
la conformación de oligarquías burocráticas en todo sistema social complejo.
Pero donde más se sienten los
efectos negativos y los costos económicos, políticos y sociales de no aplicar
la meritocracia es en la diplomacia colombiana. Tiene razón Dubet cuando afirma
que “es extremadamente difícil producir una diplomacia meritocrática en
Colombia, y sus razones son irrebatibles: porque el origen social y el capital
cultural de las personas condicionan muy fuertemente su mérito. Porque el
problema es que el punto de partida de cada individuo es muy desigual”. Y la
más clara la postula Hayes: porque “la pirámide del mérito termina reflejando
la pirámide de la riqueza y el capital cultural”.
Omar Colmenares Trujillo Abogado Analista |
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