lunes, 1 de enero de 2018

EL VALOR DE LA SOBRIEDAD




EL VALOR DE LA SOBRIEDAD





Que es la sobriedad? Acaso no es levantarme cada mañana, abrir mis ojos, sentir algo de frió, ver resplandor del sol y poder sentir el aire que respiro; Acaso no es la conciencia de haber dormido bien, despertar en la verdadera y única realidad que se tiene; Acaso no es la disposición de mi  corazón de elevar una oración de Gratitud a Mi Padre Celestial por permitirme despertar con lucidez y  completamente sano y poder irme a la cocina a preparar un buen café, para luego salir a  cumplir con las obligaciones cotidianas.

Pues bien, con el pasar del tiempo, y después de estar sumergido en la profundidad de la locura, en  los más recónditos caminos de la perturbación mental a causa del exacerbado consumo de  cocaína, he aprendido que hay algo maravilloso, grandioso para un adicto, la sobriedad; pretendo enseñar que quienes luchamos contra esta enfermedad, y que seguimos en pie, la sobriedad es un gran valor.

No consumir alcohol, cigarrillo y drogas es una de las grandes bendiciones que un ser humano puede tener, aunque el café no resulta ser el mejor amigo, en proporciones moderadas resulta ser una buena fuente de energía, por eso aún no lo he dejado.

Luego de casi sentir que perdía la cabeza, de oír voces que me hablaban, de sentir que me perseguían, de salir corriendo a la calle huyendo, en el fondo era consciente de que me había vuelto loco, no podía resistir mi propia mente, esa misma que me torturaba en el limbo entre la realidad y la ilusión, pero ¿cómo podía discernir entre que era cierto y que era verdadero? Como?  No creía en lo que veía, y si creía en lo que veía podía cometer errores, que por cierto, siempre cometí.

Cuando estoy drogado, no soy yo, soy un estúpido, no tengo voluntad, me roban en mi propia cara, entro en un estado de inercia, en donde prefiero no hacer nada, más que darle una y otra vez a encender la fuma para drogarme, no hay deseos sexuales, no hay deseos de bailar, no hay deseos de disfrutar, en mí no hay nada divertido cuando estoy drogado, quizá la búsqueda de un lugar, un escondite, en donde no lleguen los pensamientos, en donde no haya tortura, ni convencionalismos sociales.

Hay quienes consideran que el mundo de las drogas es el mundo del libertinaje, el desenfreno, la diversión al extremo; y de hecho conocí muchos drogadictos que eran felices aparentemente en su propio mundo, podía verlos alegres, divirtiéndose, pero en mi caso Jamás, lo único que conseguía era abstraerme de la realidad que no quería sentir, pero nunca pude sentirme feliz, esa esa quizá la razón por la cual nunca quise quedarme en las calles drogándome, sentía en el fondo que ese no era mi  mundo y que nunca le pertenecía.

Cuando estamos sobrios podemos disfrutar verdaderamente los acontecimientos de la vida, hay un verdadero equilibrio, podemos decidir conscientemente, podemos adoptar una postura moderada, podemos expresarnos libremente desde el corazón y los pensamientos, no hay sensacionalismos ni expresiones sobreactuadas.

caminando en las calles, a veces suelo respirar hondo y decir mentalmente, gracias por estar sobrio, puedo reconocer las personas, los colores, los sentimientos y hasta los pensamientos, cuando se está loco, no hay más que eso, locura, desenfreno, pero por suerte los adictos en recuperación aprendemos a que siempre va a ser preferible estar sobrio, porque solo así podemos rechazar las propuestas equivocadas, decir no a la droga, porque cuando estoy sobrio no cometo tantos errores.

Omar Colmenares Trujillo



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