lunes, 23 de octubre de 2017

TRAITÉ SUR LA TOLÉRANCE, À l'occasion de la mort de Jean Calas





TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA


VOLTAIRE





TRAITÉ SUR LA TOLÉRANCE,

À l'occasion de la mort de Jean Calas



PRESENTACION

Omar Colmenares Trujillo

Contexto Político




Epígrafe:

“….El derecho de la intolerancia es, por lo tanto, absurdo y bárbaro: es el derecho de los tigres, y es mucho más horrible, porque los tigres sólo matan para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unos párrafos…”

François-Marie Arouet conocido con su seudónimo Voltaire, es uno de los filósofos políticos que más me apasiona leer, admiro mucho sus letras, su argucia literaria, y por supuesto la forma de exponer sus ideas políticas en los contextos sociales en los que vivió, gran representante de la ilustración, escritor, historiador, filósofo y abogado francés.

Voltaire sostenía que la labor del hombre es tomar su destino en sus manos y mejorar su condición mediante la ciencia y la técnica, y embellecer su vida gracias a las artes, pareciera que desconociera la existencia de Dios pero nunca fue así, siempre considero la presencia de un creador del universo.

Pues bien, Voltaire también reconocido en la historia de la teoría política por su afamada tolerancia religiosa, Fue un eterno convencido de que en una sociedad podemos todos tener un lugar con diversas creencias, rechazo enfáticamente la superstición y el fanatismo.

En mi artículo anterior, ya me había adentrado a la tolerancia religiosa del padre del liberalismo clásico y célebre por su rechazo a la tiranía y el derecho legítimo de desmontarla, pero esta vez voy más allá y me dedicare al tratado sobre la tolerancia del afamado francés.

Este ensayo fue escrito y publicado en 1763 como consecuencia de la muerte del Hugonote jean Calas, acusado y ejecutado injustamente el 10 de marzo de 1762 por el asesinato de su hoijo que se había convertido al catolicismo.

Es pues esta obra una defensa a Jean Calas, como abogado tuvo la oportunidad de estudiar el caso, y por lo tanto constituyo un escrito obligado para comprender lo que es la tolerancia religiosa, pero primero es importante conocer los antecedes que motivaron la escritura de este ensayo.

Antecedentes Y fundamentos

Jean Calas (19 de marzo de 1698 - 10 de marzo de 1762) fue un modesto comerciante que residía en Toulouse (Francia) y que es conocido por haber sido víctima de un juicio parcial debido a su condición de protestante. En Francia se le considera un símbolo de la persecución por intolerancia religiosa, junto con François Jean Lefebvre (Caballero de La Barre) y Pierre-Paul Sirven.

Tanto Calas como su esposa eran protestantes. Francia era un país mayoritariamente católico y el catolicismo era la religión estatal. En su época, la dura represión del protestantismo iniciada por el rey Luis XIV con la revocación del edicto de Nantes había comenzado a ceder, pero los protestantes, como mucho, sólo eran tolerados.

Louis, uno de los hijos de Calas, se convirtió al catolicismo en 1756. Entre el 13 y 14 de octubre de 1761, el primogénito de Calas, Marc-Antoine, fue hallado muerto en la planta baja de la residencia familiar.

Al interrogar a la familia, al principio declararon que había sido asesinado por un ladrón. Más tarde asegurarían que hallaron a Marc-Antoine ahorcado. Dado que la Iglesia consideraba el suicidio como el más aborrecible crimen contra uno mismo, y el cadáver del suicida era ultrajado, dispusieron las cosas para que la muerte de su hijo pareciese un estrangulamiento a consecuencia de un robo.

Según los rumores, Jean Calas habría asesinado a su hijo al enterarse de que, también él, pretendía convertirse al catolicismo. Sin indagar realmente si esta había sido la intención de Marc-Antoine, se le declaró mártir y se le sepultó de acuerdo con el rito católico, y se acusó al padre de asesinato.

El 9 de marzo de 1762, el Parlamento de Toulouse sentenció a Jean Calas a morir en la rueda. El 10 de marzo se ejecutó la sentencia y murió clamando su inocencia. Tras la rueda, se le estranguló y el cadáver fue quemado en la hoguera.

La misma sentencia condenó al destierro a Pierre, otro de los hijos de Jean Calas, ordenó que se encerrara en un convento a sus dos hermanas y confiscó los bienes de la familia.

Voltaire conoció el caso mientras se encontraba en Ginebra (Suiza). Pierre Calas, que había sido desterrado, estaba seguro de la inocencia del padre y logró convencer al filósofo, que en un principio sospechaba que Calas había actuado por fanatismo anticatólico.

Para lograr la revisión del proceso, Voltaire publicó, en 1763, el Tratado sobre la tolerancia con motivo de la muerte de Jean Calas (Traité sur la tolérance à l’occasion de la mort de Jean Calas2). Finalmente el 9 de marzo de 1765 se reconoció la inocencia de Jean Calas, cuya memoria y la de su familia fue rehabilitada.

Voltaire fue el primer escritor francés que se implicó públicamente en un asunto judicial.

Todos podemos y debemos vivir fraternalmente como hermanos sin ningún tipo de distinción religiosa, cada uno tiene derecho a profesar su propia creencia espiritual sin afectar la tranquilidad y la seguridad pública, ergo, no tenemos porqué asesinarnos y matarnos sencillamente porque otros no comparten nuestras ideas.

“…El furor que inspiran el espíritu dogmático y el abuso de la religión cristiana mal entendida ha derramado tanta sangre, ha producido tantos desastres en Alemania, en Inglaterra, e incluso en Holanda, como en Francia: sin embargo, hoy día, la diferencia de religión no causa ningún disturbio en aquellos Estados; el judío, el católico, el griego, el luterano, el calvinista, el anabaptista, el sociniano, el menonita, el moravo, y tantos otros, viven fraternalmente en aquellos países y contribuyen por igual al bienestar de la sociedad…”

La tolerancia religiosa es una política que debe distinguir todos los estados, para poder asegurar la armonía en la sociedad, nadie debe ser molestado en sus propias creencias, cada uno en lo suyo, asi lo establece con sus propias palabras Voltaire: 

“….En fin, esta tolerancia no ha provocado jamás una guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanzas. ¡Júzguese ahora, entre esas dos rivales, entre la madre que quiere que se degüelle a su hijo y la que lo entrega con tal de que viva!

Pero quizá la frase que resume todo su tratado y que hoy en día en nuestra sociedad tiene plena aplicación es la  que lo utilice como epígrafe en el presente artículo:

“…El derecho de la intolerancia es, por lo tanto, absurdo y bárbaro: es el derecho de los tigres, y es mucho más horrible, porque los tigres sólo matan para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unos párrafos….”

Esta frase incluye en mi concepto la violencia política que vive nuestro país, la guerra mediática, donde la brecha de la polarización es cada vez más amplia, y empezamos  agredirnos unos a otros por nuestra forma de pensar;  años de conflicto ha vivido nuestro país, y aunque cesan las armas quedan los ataques verbales y de lenguaje en los medios de comunicación y redes sociales; el célebre filósofo francés se entendía solo respecto de la tolerancia religiosa, yo me escabucho a pensar que también es posible dejar de exterminarnos por unos párrafos.

Desde ningún punto de vista podemos justificar la guerra religiosa, pretendiendo ponerle nombre de santa o sagrada, a nadie se puede obligar mediante el uso de las armas a tener o profesar una creencia.

“…Un hombre honrado, que no es enemigo ni de la razón ni de la literatura, ni de la probidad, ni de la patria, al justificar hace poco la matanza de la noche de San Bartolomé(26), cita la guerra de los focenses, llamada guerra sagrada, como si esta guerra hubiese sido encendida en favor del culto, del dogma, de los argumentos de la teología; se trataba de saber a quién debía pertenecer un campo: es el motivo de todas las guerras. Unos haces de trigo no son un símbolo de creencia; jamás ciudad griega alguna luchó por opiniones. Por otra parte, ¿qué pretende ese hombre modesto y dulce? ¿Quiere que hagamos una guerra sagrada?..”

Nuestro escritor en estudio nos indica en el siguiente párrafo que muchos de las guerras religiosas han sido provocados por los fanatismos y los deseos de querer imponer una creencia a la fuerza y rechazar desde luego un régimen establecido:

“….No es creíble que haya existido jamás una inquisición contra los cristianos bajo los emperadores, es decir, que se haya ido a buscarles a sus casas para interrogarles sobre sus creencias. Jamás se molestó sobre este punto ni a un judío, ni a un sirio, ni a un egipcio, ni a los bardos, ni a los druidas, ni a los filósofos. Los mártires fueron, por lo tanto, aquellos que se alzaron contra los falsos dioses. No creer en ellos era cosa muy buena y piadosa; pero, en fin, si no contentos con adorar a un Dios en espíritu y en verdad, se sublevaron violentamente contra el culto establecido, por muy absurdo que pudiese ser, es forzoso confesar que ellos mismos eran intolerantes….”

Realmente y así lo asegura, los cristianos jamás fueron perseguidos por su fe, sino quizá, por ser agitadores del pueblo, ´por pretender imponer sus ideas sobre la vida, la muerte, la salvación y Dios.

“…Obsérvese también que en los relatos de los mártires, compuestos únicamente por los mismos cristianos, vemos casi siempre una multitud de cristianos que acuden con toda libertad a la cárcel del condenado, le acompañan al suplicio, recogen su sangre, entierran su cuerpo, y hacen milagros con las reliquias. Si sólo se hubiese perseguido a la religión, ¿no se habría inmolado a aquellos cristianos que asistían a sus hermanos condenados y a los que se acusaba de hacer encantamientos con los restos de los cadáveres martirizados? ¿No se les habría tratado como nosotros hemos tratado a los valdenses, a los albigenses, a los husitas, a las diversas sectas de los protestantes? Los hemos degollado, quemado en masa, sin distinción de edad ni sexo. ¿Existe, en las relaciones comprobadas de las antiguas persecuciones, un solo rasgo que se aproxime a la noche de San Bartolomé y a las matanzas de Irlanda? ¿Existe uno sólo que se parezca a la fiesta anual que se celebra todavía en Toulouse, fiesta cruel, fiesta que para siempre debería ser suprimida, en la que todo un pueblo da gracias a Dios en procesión y se congratula de haber degollado, hace doscientos años, a cuatro mil de sus conciudadanos?..”

Comparto totalmente la afirmación que viene a continuación, pues desde el fanatismo religioso es que se han producido las más horrendas masacres religiosas como la conocida de San Bartolome.

“…Lo digo con horror, pero con sinceridad; ¡somos nosotros, cristianos, los que hemos sido perseguidores, verdugos, asesinos! ¿Y de quién? De nuestros hermanos. Somos nosotros los que hemos destruido cien ciudades, con el crucifijo o la Biblia en la mano y que no hemos cesado de derramar sangre y encender hogueras, desde el reinado de Constantino hasta los furores de los caníbales que habitaban los Cevennes: furores que, gracias al Cielo, ya no existen hoy…”

A los fanáticos que creen tener la única verdad revelada, que consideran como verdadera iglesia las propias, no se les puede permitir que mediante el uso de la violencia pretenda convertir a otros a su fe, en ninguna parte de la historia se ve a Jesucristo ejerciendo tal fanatismo y constreñimiento a algún gentil para que le siga, es más el siempre hablo a través del amor de una libertad.

“…Me respondéis que la diferencia es grande, que todas las religiones son obra de los hombres y que sólo la Iglesia católica, apostólica y romana es obra de Dios. Pero, hablando con sinceridad, porque nuestra religión es divina ¿debe reinar por medio del odio, de la furia, de los destierros, del despojo de bienes, de las cárceles, de las torturas, de los asesinatos y de las acciones de gracias dadas a Dios por tales asesinatos? Cuanto más divina es la religión cristiana, menos le corresponde al hombre imponerla; si Dios la ha hecho, Dios la sostendrá sin vosotros. Sabéis que la intolerancia sólo produce hipócritas o rebeldes: ¡qué funesta alternativa! Finalmente, ¿querríais sostener por medio de verdugos la religión de un Dios al que unos verdugos hicieron perecer y que sólo predicó dulzura y paciencia?..”

Los  asesinatos no solo provenían de los católicos en Francia sino también por su parte de los protestantes hugonotes Calvinistas, cuestionando y criticando toda forma de creencia Romana, cuando desde el imperio jamás se les persiguió.

“….El sucesor de san Pedro y su consistorio no pueden equivocarse; aprobaron, celebraron, consagraron la acción de San Bartolomé; por lo tanto, aquella acción era santa; por lo tanto, de dos asesinos iguales en piedad, aquel que hubiese despanzurrado a veinticuatro mujeres preñadas hugonotas debe ser elevado en gloria el doble que aquel que sólo hubiese despanzurrado a doce. Por la misma razón, los fanáticos de los Cevennes debían creer que serían elevados en gloria en proporción con el número de sacerdotes, religiosos y mujeres católicas que hubiesen degollado. Extraños títulos son éstos para merecer la gloria eterna….”

Finalmente el autor nos revela cuales son los únicos casos en que es posible la intolerancia religiosa como derecho humano, luego sostiene:

“Para que un gobierno no tenga derecho a castigar los errores de los hombres,  es necesario que tales errores no sean crímenes: sólo son crímenes cuando perturban la sociedad: perturban la sociedad si inspiran fanatismo; es preciso, por lo tanto, que los hombres empiecen por no ser fanáticos para merecer la tolerancia.”







No hay comentarios:

Publicar un comentario

EXCEPCIONES PREVIAS

EXCEPCIONES PREVIAS EN EL CÓDIGO GENERAL DEL PROCESO. Las excepciones previas se caracterizan porque su finalidad primordial ...