HABLEMOS DE LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN
DE MAX WEBER
La política como vocación es uno de los ensayos que particularmente me
ha llamado la atención, por la manera casi descriptivamente fría con la que Max Weber define conceptos como estado y política, a veces su lectura pareciera
asemejarse a la de Maquiavelo, solo que no hay que perder de vista que siempre
fue antipositivista.
En esta intervención que hizo weber ante la asociación libre de
estudiantes de Múnich en 1919 podemos encontrar una de sus más frases célebres:
“Desde la aparición del estado constitucional y más completamente desde
la instauración de la democracia, el “demagogo”, es la figura típica del jefe
político en occidente.”
Pues bien Max Weber fue alemán
que ejerció gran influencia a principios del siglo XX, reconocido
filósofo, jurista. Historiador, politólogo, sociólogo, considerado como el
fundador de la sociología y de la administración pública, entre sus otras obras
más reconocidas está La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Economía
y sociedad.
Para quienes nos dedicamos al
análisis de la ciencia y la teoría política; es obligatorio el estudio
de la obra del poder de Weber, sobre todo para comprender algunos fenómenos
sociales y políticos en la actualidad donde las dictaduras parecieran
revivir.
En principio weber nos define el concepto de política como la dirección, o la influencia sobre esa
dirección, de una agrupación política, o sea, en la actualidad, de un Estado.
“Definiremos el Estado como la comunidad humana que en el ámbito de
determinado territorio (aquí "el territorio" es el elemento diferencial)
requiere exitosamente como propio el monopolio de la violencia física legítima.
Para el autor la violencia solo queda en manos del estado y puede otorgarla
legítimamente en ciertas circunstancias a los subordinados, pero el estado es
la única fuente de derecho de violencia y establece como como significado de la
política la aspiración a participar en el poder o la aspiración a influir en el
reparto del poder entre los diversos Estados, o, en el interior de un mismo
Estado, entre los diversos grupos de individuos que lo constituyen.
Y en ese orden de ideas también establece que el estado es una relación de
dominio de unos hombres sobre otros hombres, relación mantenida por la
violencia legítima (o considerada como tal). Necesita, pues, para sostenerse, que
los dominados se sometan a la autoridad que reclaman como propia los dominantes
del momento.
Define tres tipos de legitimidad tradicional o religiosa, en segundo
lugar la legitimidad de gracia o carisma personal y por último la legitimidad
legal, aunque no define el concepto de
legitimidad, si la enmarca dentro del concepto de poder o dominio.
La política es una empresa una organización de dominio en donde el poder
es el único objetivo para poder vivir de y para ella, es necesario dar incentivos como toda empresa
económica a los miembros de ese estado para poder hacer sostenible el preciado
dominio.
El Estado moderno es una agrupación que con éxito e institucionalmente
organiza la dominación, y ha conseguido monopolizar, en un territorio
determinado, la violencia física legítima como medio de dominio.
Y en ese estado hay diversos estamentos con funcionarios para lo cual
advierte respecto del político
Hacer política es sencillamente influir en el reparto de poder entre las
estructuras políticas de un estado.
Al continuar este proceso político, fue que surgieron los políticos
profesionales, aquellos que no deseaban gobernar en calidad de caudillos
carismáticos, sino actuar al servicio de jefes políticos, no sólo a los
príncipes, sino también a otros poderes, y es que es posible ejercer influjo en
la distribución del poder entre las diferentes configuraciones políticas y
dentro de cada una de éstas, tanto en calidad de político ocasional como de
profesión ejercida secundaria o primordialmente, tal como ocurren en el terreno
de la economía.
Hay dos formas para hacer de la política una profesión, según Weber:
“vivir para la política o vivir de la política […] Aquel que vive para la
política hace de ello su vida en el sentido íntimo o se solaza simplemente en
el ejercicio del poder que conserva, o mantiene su equilibrio y la tranquilidad
en su conciencia por haber dado un sentido a su vida al haberla puesto al
servicio de algo. Entre vivir “para” y vivir “de” la política existe una
diferencia, ya que el individuo que vive de la política se coloca en un nivel
mucho más burdo, es en el nivel económico”. Quien vive de la política como
profesión, ésta es su fuente de ingresos; quien vive para la política se
encuentra en un nivel más alto.
Después de hacer un recorrido general por las diferentes formas de
Estado surgidas en Europa principalmente a lo largo de la historia, Weber
comienza a hablar del Estado constitucional, reinstaurando la democracia,
haciendo del “demagogo” la figura clásica del político de Occidente. “La
demagogia moderna se vale asimismo del
discurso; pero aun cuando abusa de él en cantidades abrumadoras […] se sirve de
la palabra impresa como instrumento permanente. Es la actualidad, el publicista
político y en especial el periodista son los representantes más notables de la
figura del demagogo”. Sin embargo, en el Estado moderno, en el caso del
periodista, éste tiene menor influencia, comparándolo con el “magnate
capitalista” de la prensa.
Por otro lado, Weber expresa que los interesados en la vida política se
hacen de adeptos cercanos que proporcionen medios económicos y aseguren la
conquista de los votos en la lucha política. Los políticos profesionales tratan
de conseguir el poder mediante el vulgar y pacífico reclutamiento del partido
en el tráfico electoral.
Más adelante, el sociólogo alemán establece tres cualidades de mayor
importancia para un político: pasión, sentido de responsabilidad y mesura. Con
respecto a la pasión, ésta se trata de un romanticismo de lo intelectivamente
atractivo, que gira en el vació y carece del menor sentido de responsabilidad
objetiva. La pasión no hace político al hombre si no se entrega a una causa y
no se vale de la responsabilidad para dicha causa, como luz que guíe la acción.
Para ello es necesario tener aptitud para dejar que la realidad penetre en uno,
sin que deje de mantenerse retirado no pierda la entereza. En otras palabras,
es indispensable conservar la distancia con los hombres y las cosas. “La
política se lleva con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del
espíritu”.
Por último, la política cosiste en una prolongada y ardua lucha contra
tenaces resistencias para vencer, requiriendo al mismo tiempo, pasión y mesura.
Es del todo cierto que en este mundo no se llega jamás a los posible si no se
intenta repetidamente lo imposible; pero para realizar esta tarea es indispensable
armarse de fuerza de voluntad que les permita soportar la destrucción de todas
las esperanzas, si no quieren mostrarse incapaces de realizar, inclusive, todo
lo que aún es posible. “Únicamente quien está seguro de no doblegarse cuando,
desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado necio o demasiado
abyecto para aquello que él está ofreciéndole; únicamente quien, ante todas las
adversidades, es capaz de oponer un ‘sin embargo’; únicamente un hombre
constituido de esta suerte podrá demostrar su ‘vocación para la política’”
Omar
Franklin Colmenares Trujillo
Analista
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