lunes, 4 de septiembre de 2017

LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN


HABLEMOS DE LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN


DE MAX WEBER





La política como vocación es uno de los ensayos que particularmente me ha llamado la atención, por la manera casi descriptivamente fría con la que Max Weber define conceptos como estado y política, a veces su lectura pareciera asemejarse a la de Maquiavelo, solo que no hay que perder de vista que siempre fue antipositivista.

En esta intervención que hizo weber ante la asociación libre de estudiantes de Múnich en 1919 podemos encontrar una de sus más frases célebres:

“Desde la aparición del estado constitucional y más completamente desde la instauración de la democracia, el “demagogo”, es la figura típica del jefe político en occidente.”

Pues bien Max Weber fue alemán  que ejerció gran influencia a principios del siglo XX, reconocido filósofo, jurista. Historiador, politólogo, sociólogo, considerado como el fundador de la sociología y de la administración pública, entre sus otras obras más reconocidas está La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Economía y sociedad.

Para quienes nos dedicamos al  análisis de la ciencia y la teoría política; es obligatorio el estudio de la obra del poder de Weber, sobre todo para comprender algunos fenómenos sociales y políticos en la actualidad donde las dictaduras parecieran revivir. 

En principio weber nos define el  concepto de política como  la dirección, o la influencia sobre esa dirección, de una agrupación política, o sea, en la actualidad, de un Estado.

“Definiremos el Estado como la comunidad humana que en el ámbito de determinado territorio (aquí "el territorio" es el elemento diferencial) requiere exitosamente como propio el monopolio de la violencia física legítima.

Para el autor la violencia solo queda en manos del estado y puede otorgarla legítimamente en ciertas circunstancias a los subordinados, pero el estado es la única fuente de derecho de violencia y establece como como significado de la política la aspiración a participar en el poder o la aspiración a influir en el reparto del poder entre los diversos Estados, o, en el interior de un mismo Estado, entre los diversos grupos de individuos que lo constituyen.

Y en ese orden de ideas también establece que el estado es una relación de dominio de unos hombres sobre otros hombres, relación mantenida por la violencia legítima (o considerada como tal). Necesita, pues, para sostenerse, que los dominados se sometan a la autoridad que reclaman como propia los dominantes del momento.
Define tres tipos de legitimidad tradicional o religiosa, en segundo lugar la legitimidad de gracia o carisma personal y por último la legitimidad legal,  aunque no define el concepto de legitimidad, si la enmarca dentro del concepto de poder o dominio.

La política es una empresa una organización de dominio en donde el poder es el único objetivo para poder vivir de y para ella,  es necesario dar incentivos como toda empresa económica a los miembros de ese estado para poder hacer sostenible el preciado dominio.

El Estado moderno es una agrupación que con éxito e institucionalmente organiza la dominación, y ha conseguido monopolizar, en un territorio determinado, la violencia física legítima como medio de dominio.

Y en ese estado hay diversos estamentos con funcionarios para lo cual advierte respecto del político

Hacer política es sencillamente influir en el reparto de poder entre las estructuras políticas de un estado.

Al continuar este proceso político, fue que surgieron los políticos profesionales, aquellos que no deseaban gobernar en calidad de caudillos carismáticos, sino actuar al servicio de jefes políticos, no sólo a los príncipes, sino también a otros poderes, y es que es posible ejercer influjo en la distribución del poder entre las diferentes configuraciones políticas y dentro de cada una de éstas, tanto en calidad de político ocasional como de profesión ejercida secundaria o primordialmente, tal como ocurren en el terreno de la economía.

Hay dos formas para hacer de la política una profesión, según Weber: “vivir para la política o vivir de la política […] Aquel que vive para la política hace de ello su vida en el sentido íntimo o se solaza simplemente en el ejercicio del poder que conserva, o mantiene su equilibrio y la tranquilidad en su conciencia por haber dado un sentido a su vida al haberla puesto al servicio de algo. Entre vivir “para” y vivir “de” la política existe una diferencia, ya que el individuo que vive de la política se coloca en un nivel mucho más burdo, es en el nivel económico”. Quien vive de la política como profesión, ésta es su fuente de ingresos; quien vive para la política se encuentra en un nivel más alto.

Después de hacer un recorrido general por las diferentes formas de Estado surgidas en Europa principalmente a lo largo de la historia, Weber comienza a hablar del Estado constitucional, reinstaurando la democracia, haciendo del “demagogo” la figura clásica del político de Occidente. “La demagogia  moderna se vale asimismo del discurso; pero aun cuando abusa de él en cantidades abrumadoras […] se sirve de la palabra impresa como instrumento permanente. Es la actualidad, el publicista político y en especial el periodista son los representantes más notables de la figura del demagogo”. Sin embargo, en el Estado moderno, en el caso del periodista, éste tiene menor influencia, comparándolo con el “magnate capitalista” de la prensa.

Por otro lado, Weber expresa que los interesados en la vida política se hacen de adeptos cercanos que proporcionen medios económicos y aseguren la conquista de los votos en la lucha política. Los políticos profesionales tratan de conseguir el poder mediante el vulgar y pacífico reclutamiento del partido en el tráfico electoral.

Más adelante, el sociólogo alemán establece tres cualidades de mayor importancia para un político: pasión, sentido de responsabilidad y mesura. Con respecto a la pasión, ésta se trata de un romanticismo de lo intelectivamente atractivo, que gira en el vació y carece del menor sentido de responsabilidad objetiva. La pasión no hace político al hombre si no se entrega a una causa y no se vale de la responsabilidad para dicha causa, como luz que guíe la acción. Para ello es necesario tener aptitud para dejar que la realidad penetre en uno, sin que deje de mantenerse retirado no pierda la entereza. En otras palabras, es indispensable conservar la distancia con los hombres y las cosas. “La política se lleva con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del espíritu”.


Por último, la política cosiste en una prolongada y ardua lucha contra tenaces resistencias para vencer, requiriendo al mismo tiempo, pasión y mesura. Es del todo cierto que en este mundo no se llega jamás a los posible si no se intenta repetidamente lo imposible; pero para realizar esta tarea es indispensable armarse de fuerza de voluntad que les permita soportar la destrucción de todas las esperanzas, si no quieren mostrarse incapaces de realizar, inclusive, todo lo que aún es posible. “Únicamente quien está seguro de no doblegarse cuando, desde su punto de vista, el mundo se muestra demasiado necio o demasiado abyecto para aquello que él está ofreciéndole; únicamente quien, ante todas las adversidades, es capaz de oponer un ‘sin embargo’; únicamente un hombre constituido de esta suerte podrá demostrar su ‘vocación para la política’”

Omar Franklin Colmenares Trujillo
Analista


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