jueves, 5 de enero de 2017


DEL PROPIO INFIERNO.....



MI VERDAD


Tenía todo para ser feliz, profesional, abogado, inteligente, brillante, disciplinado, con un gran empleo en el estado, y con un extraordinario lenguaje y sin embargo no era feliz, algo le pasaba al man, pero una gran bomba estallaría en su interior, y a lo bien, eso lo destrozo, es como si el afamado edificio se volviera añicos.

Esta es la historia de Omar, este es mi testimonio, bastante áspero, pero quiero contarlo de la manera más simple y humana, pero sobre todo desde el fondo de mi corazón.

Una noche del año 2004, mientras recorría tristemente las calles de la ciudad de Bogotá, buscando incesantemente aceptación, amor o yo no sé qué cosa, unos ñeros le regalaron una dosis de marihuana y basuco y desde ese momento conoció el más grande infierno del que casi no pudo salir.

Pero porque este man?, tan culto, educado, algo refinado, por no decir amanerado, de valores tradicionales y conservadores, se dejaría arrastrar por el mundo de las drogas, venga le cuento la trama, para que compruebe que el consumo de sustancias alucinógenas no es solo asunto de pobres.

En realidad, Omar, era un nombre, una marca comercial, algo así como el Good will, porque él vivía para los demás y esto le jodío toda su existencia.
                                                                              
Creció en sus primeros años sin la presencia de su padre, a las faldas de su madre, y con la excesiva sobreprotección, por causa de sus recurrentes convulsiones, se tiraron al chino, y debido a su enfermedad, el man creo un espíritu pusilánime, cobarde, miedoso, era hasta tartamudo y un poco lento en sus estudios.

Pero más tarde en su adolescencia, hay sí que el viejo Omar se lo llevo la malparidez, sin amigos, sin personalidad autentica, temeroso, circunspecto, habituado a los libros, la soledad y en un mundo de fantasías que le pasaría factura.

Como les digo, Omar no desarrollo una autentica personalidad, sin la presencia de su padre, se hizo hombre a lo salvaje, sin saber y entender muchas cosas, ni a quien preguntar, pero quería zafarse de la sobreprotección, y decidió a ser un poco más independiente, dejo de dormir a los 12 año con su mama.

Fue objeto de burlas, comentarios, chistes de vecinos, amigos y compañeros de colegio, porque Omar era muy afeminado y el único que no sabía que era marica era el mismo, eso lo descubrió casi a sus 20 años.

Aislado siempre, triste, melancólico, escuchando sus baladas románticas, creció sintiéndose rechazado y humillado, claro, como no, si el primer rechazo fue el de su padre.

Pero todo cambio cuando el viejo Omar llego a la Universidad, se fue a la capital entonces y decidió ser lo que nunca fue, libre; visito saunas, bares gay, sitios de encuentros casuales, eso si el siempre muy zanahorio, porque siempre para él era más importante los sentimientos que la vaina del sexo, así que siempre se cuidó, pero no dejaba de sentir ganas y de divertirse de vez en cuando.

Fue destacado en la Universidad, tomando la vocería y siendo un gran líder estudiantil, hablaba duro, no se dejaba de nadie, era autoritario, mejor dicho hizo una especie de sobrecompensación, la que terminó llevándolo a la locura.

Pero en el fondo Omar se seguía sintiendo su amargura eterna, miserable, desdichado, infeliz, y tenía suficientes razones, ya no sería el padre de familia, el esposo, el heterosexual con arraigo familiar, sino que por el contrario pertenecería a un mundo que hasta el día de hoy cuestiona, porque es bastante crítico de la maricada, algo que lo afecta profundamente y no lo deja ser completamente libre.

Por fortuna termino sus estudios de derecho y ciencias políticas, con una carrera promisoria en la abogacía, hasta que sí señor; esa maldita noche de 2004, en que se le dio por meterse una dosis de bareto y basuco, las drogas empezaría a ser una sombra que lo perseguiría hasta hoy día.

Fue asesor en varias entidades del estado, se independizo, adquirió un apartamento arrendado, para vivir con su pareja que había conocido a eso del 2011, de quien se enamoró perdidamente, pero este le cambio por otro y al sufrir su decepción, como la muerte de su madre fueron lo que lo impulsaron al borde de la locura. Fue una implosión, algo bien desde adentro; se sentía huérfano, sin padres, sin un hogar, sin una familia, una profunda depresión se enquistó en su alma de forma enfermiza, siempre disimulada con su extraordinaria personalidad, algo teatral y falso ante los demás, una sonrisa o un chiste lo disimulaba todo.

Antes que nada el nombre tenía que mantenerse, una persona sobria, educada, de grandes valores, usando sus trajes de saco y corbata, pero se pegaba unas farras con personas que ni siquiera conocía en su apartamento, fumaban de todo, se volvía loco y salía a la calle vuelto mierda, aunque bien vestido, porque la clase antes que nada, ¡qué dirán los amigos!.

Hasta que la situación  lo llevo a irse para su tierra, estar con sus hermanos, donde empezó lo más áspero de la historia, sin trabajo, empezó a fumar y salir en las calles, sacando bienes, como  computadores, licuadoras, no sé, y hasta pedir plata prestada, lo que le sirviera para mantener su fuma, es decir su vicio, hasta que fue sometido por su propia familia a tratamientos ambulatorios en psiquiatras y psicólogos, que de nada sirvieron porque lo que quería era seguir fumando, fumando para escapar de su propia realidad.

La situación lo llevo a quedarse en un apartamento donde continúo fumando con gamines, ñeros y choros, prostitutas, expresidiarios, pero al man le llego la hora y empezó a comer de la que sabemos, sin comida, solo, arruinado, pero completamente solo, decidió algo muy importante, internase.

El viejo Omar tomo la gran decisión de buscar ayuda profesional, en un centro de rehabilitación, se internó 15 días en Arauca su ciudad, y posteriormente a la Ciudad de Bucaramanga, donde fue internado en un centro psiquiátrico, para de desintoxicación, por un lapso de tres meses.

Sí señor, se recuperó, se engordo, paso de  44  a 61 kilos, llegando así a su promedio normal, dejo ese color amarillento que deja el consumo en la piel, y retomando su aspecto natural, libre de toda esa basura que se llama droga.

No ha sido fácil, el camino que he recorrido, pero me llenó de valor, para contarlo sin temor a lo que muchos piensen, pues mi testimonio, es el testimonio de un homosexual, adicto a las drogas,y que debe inspirar a muchos que como yo nos encontramos con este Goliat, que hay que enfrentar.

Las drogas es una problemática mundial y especialmente las adicciones cada día van en aumento; en mi tratamiento, tanto psiquiátrico, consistente en el consumo de medicamentos para contralor y estabilizar el estado de ánimo, como las psicoterapias, he aprendido tanto, como la infinidad de adicciones que hoy están en nuestra juventud, al dinero, al poder, a mentir, a los juegos, al alcohol, a las redes sociales, a hablar, la moda, la vanidad, la belleza, el gimnasio, y hay no termina la lista, pero las sustancias psicoactivas son el peor engendro del diablo.

Las drogas sacaron lo peor de mi ser, nunca llegue a matar, ni a robar, pero si me transforme de tal forma, que mi propia familia me desconocía, llegue a hacer cosas que jamás me imagine hacer.

Como y porque llegue a las drogas? Me atrevería a asegurar que mi homosexualidad, la que nunca acepte, la constante discriminación y rechazo, la falta de amor propio, y créanme son muchos los suicidios en gays por una sociedad que aunque está abierta a los temas de género, aún es muy conservadora e intolerante.

Fueron siete años en el consumo de sustancias psi coactivas, pero fueron, lo confieso, los peores años de mi vida; y no, no voy a volver, a lo que tanto daño le hizo a mis seres queridos.

Las drogas llegaron a mi vida tarde, cuando ya tenia una vida hecha, por fortuna esa misma vida a la que estaba acostumbrado, a los viajes, los paseos, las comidas y las bebidas, fueron las que me dieron las fuerzas para dejar esta porqueria, la vida a la que siempre he estado acostumbrado, y con el apoyo incondicional de mis hermanos, especialmente Gilma y Mirna.

Espero y es el deseo,  que mi testimonio sea ese instrumento con el cual muchas personas puedan también tomar la decisión de salir de las drogas, pues el éxito de un tratamiento para enfrentar cualquier adicción es usted mismo, solo usted mismo debe tomar la decisión y nadie más.

A mi gran amiga de toda la vida, mi psiquiatra Johana Mogollón.




Omar Franklin Colmenares Trujillo
Twitter: @Contpolitico

Contexto político

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